25 de junio de 2025 | Ciudad de México
La Ciudad de México, una de las metrópolis más grandes y vibrantes del mundo, enfrenta una amenaza silenciosa pero implacable: se está hundiendo. No es metáfora ni exageración. Año con año, el suelo sobre el que se levanta esta ciudad cede entre 10 y 30 centímetros. En algunas zonas, el hundimiento llega hasta los 40. Y lo más alarmante, según advierten científicos de la UNAM, es que ya no hay vuelta atrás.
En un informe dado a conocer por la agencia EFE el pasado 24 de junio, especialistas del Instituto de Geología de la Universidad Nacional Autónoma de México encendieron las alertas: de mantenerse el ritmo actual, varias zonas de la capital podrían volverse inhabitables en menos de una década (EFE, 2025).
“El proceso ya es irreversible. Lo que nos toca ahora es mitigar el daño, evitar mayores afectaciones y comenzar a pensar en el reordenamiento urbano”, declaró la geóloga Wendy Morales.

Por su parte, el geólogo Sergio Rodríguez explicó que si bien este fenómeno tiene causas naturales, como el tipo de suelo lacustre, el verdadero detonante ha sido la sobreexplotación del acuífero del Valle de México. Cada vez que se extrae agua del subsuelo, las capas de sedimento se colapsan ligeramente, hundiendo el terreno de forma permanente. Y la capital, con sus más de 20 millones de habitantes, consume el agua subterránea a un ritmo insostenible.
Pero ¿cómo se traduce esto en la vida cotidiana? Basta con recorrer las colonias de Iztapalapa, Tláhuac o el centro histórico para ver los efectos: grietas en viviendas, banquetas partidas, tuberías dañadas, vialidades que parecen romperse sin causa aparente. A lo largo de décadas, el paisaje se ha ido deformando poco a poco, y hoy los científicos advierten que el punto de quiebre se acerca.
Rodríguez lo resume con contundencia: “Podríamos ver zonas completamente hundidas tres metros en los próximos diez años. Eso no es futuro lejano, es el mañana inmediato”.
Una ciudad construida sobre agua… que se quedó sin agua
El drama del hundimiento no puede entenderse sin su contexto histórico. La Ciudad de México fue levantada sobre el antiguo lago de Texcoco, una cuenca cerrada y fangosa que los mexicas supieron dominar, pero que el urbanismo moderno ha castigado sin tregua. Canalizaciones, rellenos, pavimentación excesiva y, sobre todo, la falta de recarga al acuífero —debido a que el agua de lluvia no se filtra al subsuelo— han convertido este suelo inestable en una trampa para millones de construcciones.

Según los expertos, el daño acumulado ya no puede revertirse. El desafío ahora es adaptarse, lo que implica decisiones difíciles: restringir la extracción de agua subterránea, invertir en infraestructura de captación pluvial, reforzar los cimientos de edificios públicos y privados, y quizás lo más complejo: planear el retiro ordenado de ciertas zonas urbanas.
¿Y ahora qué?
Las propuestas existen. Entre ellas:
- Reutilización de aguas tratadas para recargar el acuífero.
- Ampliación de áreas verdes con capacidad de filtración.
- Regulación estricta de pozos.
- Reasentamientos graduales en zonas de alto riesgo.
Pero todas estas medidas requieren algo que históricamente ha sido escaso: voluntad política, coordinación interinstitucional y visión a largo plazo.
Mientras tanto, la ciudad continúa su rutina diaria. Millones de personas caminan, trabajan, sueñan y construyen sin saber que, debajo de sus pies, el suelo sigue cediendo milímetro a milímetro, año tras año. Porque en la Ciudad de México, el futuro no sólo está en el cielo… también está en el subsuelo.
Fuente: Agencia EFE. “Científicos advierten que la Ciudad de México se hunde entre diez y 30 centímetros por año”. Publicado el 24 de junio de 2025. Disponible en: https://efe.com/medio-ambiente/2025-06-24/hundimiento-ciudad-de-mexico-cientificos-unam