Domingo 6 de julio 2025
La Selección Mexicana volvió a levantar la Copa Oro y lo hizo con una actuación convincente, sólida y vibrante frente a su clásico rival, Estados Unidos. El equipo dirigido por Javier Aguirre logró remontar un inicio incierto para terminar dominando el encuentro de principio a fin, mostrando una versión del “Tri” que no se había visto en mucho tiempo y que devuelve la ilusión a su afición de cara al próximo Mundial.
El partido comenzó con un inesperado gol tempranero de Chris Richards al minuto 3, aprovechando un descuido defensivo que puso en aprietos al conjunto mexicano. Durante algunos minutos, el equipo estadounidense se adueñó del balón y presionó con intensidad. Sin embargo, el impulso norteamericano duró poco. A partir del minuto 15, México comenzó a recuperar terreno, a mover el balón con mayor inteligencia y a llegar con peligro al área rival.
Fue en el minuto 26 cuando llegó el merecido empate gracias a Raúl Jiménez, quien definió con contundencia tras una gran jugada colectiva. A partir de ese momento, el dominio fue total por parte del “Tri”, que comenzó a desplegar un fútbol dinámico, agresivo y bien estructurado, algo que no se veía en la selección desde hace varios torneos.
El segundo tiempo mantuvo la misma tónica: México con el balón, generando oportunidades y asfixiando a un Estados Unidos que decidió replegarse en su campo, esperando resistir los embates. La presión constante rindió frutos cuando, en el minuto 76, un centro preciso fue conectado de cabeza por el atacante mexicano Raúl Jiménez, marcando un gol espectacular que, aunque inicialmente anulado por fuera de lugar, fue validado tras la revisión del VAR. Gol legítimo y merecido.
Los últimos minutos fueron intensos. Estados Unidos se lanzó al ataque con desesperación, buscando el empate. México, por su parte, mostró orden defensivo, carácter y concentración, especialmente durante los angustiosos siete minutos de compensación, donde se vivieron momentos de tensión y drama en ambas áreas. Pero el marcador no se movió más.
Con esta victoria, México no solo se corona campeón de la Copa Oro, sino que también se reconcilia con su afición y deja una señal alentadora de cara al futuro. El equipo mostró una identidad renovada, con garra, inteligencia y entrega. Por fin, una versión del “Tri” que ilusiona. Las esperanzas para el Mundial se reavivan, y el campeonato se celebra como un merecido premio para una selección que, esta vez, supo imponerse con autoridad.
