Francia reconocerá al Estado palestino: Estados Unidos reacciona con presiones y justificaciones a la violencia

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25 de julio de 2025

En un gesto histórico y cargado de implicaciones geopolíticas, Francia anunció que reconocerá al Estado de Palestina durante la próxima Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), programada para septiembre. 

La decisión, según el presidente Emmanuel Macron, responde a la necesidad de “una paz justa, duradera y global” en Oriente Medio, especialmente ante la creciente catástrofe humanitaria en Gaza.

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La respuesta no se hizo esperar. Desde Estados Unidos, el secretario de Estado Marco Rubio calificó la medida como “imprudente” y “una victoria propagandística para Hamás”. Sus declaraciones, lejos de abonar al diálogo y la disminución de la guerra, refuerzan la línea dura que ha caracterizado la política exterior estadounidense frente al conflicto palestino-israelí.

Es un reconocimiento que incomoda a Washington

El anuncio francés representa un parteaguas: por primera vez, un país del G7 reconoce formalmente al Estado palestino en el seno de la ONU. La diplomacia europea, que durante años ha oscilado entre la ambigüedad y la pasividad, comienza a fracturarse en torno al tema. Irlanda, España y Noruega ya habían dado pasos similares, pero la voz de Francia tiene un peso específico dentro del equilibrio occidental.

Estados Unidos, en cambio, parece insistir en un patrón de intervención y presión sobre las decisiones soberanas de otros países. El caso de Francia no es la excepción. La reacción de Washington no fue la de un socio preocupado por la paz, sino la de un actor que exige obediencia geopolítica. Se critica a Francia no por romper el derecho internacional, sino por salirse del libreto escrito desde la Casa Blanca.

¿Paz o complicidad con la guerra?

La crítica estadounidense a Francia se sostiene en una narrativa cada vez más desgastada: la de proteger a Israel de amenazas terroristas. Pero esa narrativa se ha convertido en el pretexto para justificar lo que organismos internacionales ya califican como una política de exterminio, que en Gaza ha cobrado la vida de más de 59,000 palestinos, la mayoría civiles, incluidos miles de niños.

El silencio cómplice de Washington frente a estos crímenes ha alimentado una impunidad peligrosa. En lugar de frenar la maquinaria bélica, la administración estadounidense ha seguido enviando armamento, bloqueando resoluciones en la ONU, y ahora, criticando a quienes —como Francia— intentan trazar una vía diplomática alternativa.

Palestina: un reconocimiento que sí importa

Aunque el reconocimiento de Palestina no cambiará de inmediato la realidad en el terreno, tiene un profundo valor simbólico y político. Es un llamado a la comunidad internacional para reconfigurar el equilibrio de legitimidades. Hasta ahora, solo Israel ha tenido reconocimiento pleno y respaldo diplomático irrestricto. Palestina ha sido, en muchos sentidos, una nación a la que se le exige paz sin derechos, obediencia sin Estado.

La decisión francesa reequilibra en parte esa balanza. Es una afirmación de que el pueblo palestino tiene derecho a existir, a resistir la ocupación, a reclamar justicia y a no ser reducido a “efectos colaterales” de la guerra.

Un modelo agotado

Lo que queda claro es que la posición de Estados Unidos no contribuye a la paz. Al contrario, la obstinación con que defiende la impunidad israelí perpetúa un modelo agotado: el de una paz sin justicia, impuesta desde los cañones y las resoluciones vetadas.

Francia, con su gesto, desafía ese modelo. Y aunque las presiones diplomáticas de Washington no cesarán, el paso dado por Macron podría abrir la puerta para que más países se sumen a un reconocimiento que no es un favor, sino una deuda histórica con un pueblo al que se le ha negado el derecho más básico: el de vivir.

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