Los rumores sobre la posible mudanza de Beatriz Gutiérrez Müller a España han encendido comentarios y especulaciones. Aún no hay certeza, y quizá nunca la haya en el sentido en que los adversarios la desean: como una deserción simbólica, un golpe al corazón de la Cuarta Transformación.
Pero aunque se confirmara —cosa que no deseamos—, sería sólo un episodio más en el amplio mosaico de incongruencias y desencuentros que ciertos militantes de la 4T han mostrado en los últimos meses.
La incongruencia como herida visible
La 4T nació con principios claros: primero los pobres, no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México. Estos postulados nos han dado rumbo, esperanza y dignidad. Sin embargo, en el andar del movimiento, algunos de quienes enarbolan esas banderas se han mostrado incapaces de vivirlos con coherencia.
Casos de ostentación, actitudes de soberbia, alianzas que contradicen el discurso, silencios cómplices ante injusticias: todo ello erosiona la confianza y deja un mal sabor en la boca del ciudadano que creyó en un cambio verdadero.
Es doloroso constatar que militantes de izquierda, a quienes se les confiaron banderas históricas de justicia, repitan conductas de los viejos regímenes. Parecen olvidar que el pueblo que llevó a la 4T al poder no es ingenuo ni dócil; es un pueblo crítico, despierto, cansado de las traiciones del pasado.
El proyecto no se invalida
Pero que existan incongruencias no significa que el movimiento esté perdido ni que sus principios carezcan de valor. La 4T es más grande que las fallas de algunos de sus militantes. Mientras existan líderes honestos y un pueblo vigilante, el rumbo puede mantenerse.
No queremos regresar al PRIAN, no deseamos revivir el neoliberalismo, pero tampoco aceptamos que la 4T se convierta en un movimiento hipócrita. La vigilancia ciudadana y la exigencia ética deben ser permanentes.
La continuidad depende de la honestidad
Los logros sociales y económicos alcanzados en estos años demuestran que la ruta es posible. La pobreza se reduce, la inversión en infraestructura y educación da frutos, y el protagonismo internacional de México se ha fortalecido. Pero todo ello puede desdibujarse si la incongruencia se normaliza. La continuidad de la 4T no se garantiza con discursos, sino con la congruencia de quienes la representan.
Si Beatriz Gutiérrez Müller, como se rumora, decide residir fuera de México, será lamentable por la carga simbólica que implica. Beatriz exigió a España se disculpara con México por los desastres económicos y culturales de la conquista. Pero aún siendo cierto que vivirá en España en una zona exclusiva, el proyecto no se derrumba por un caso, ni siquiera por varios. Lo que está en juego no es la permanencia de un apellido, sino la fidelidad a unos principios que el pueblo ya hizo suyos.
Un movimiento en guardia
La historia enseña que los grandes movimientos populares sólo sobreviven cuando mantienen intacta su raíz ética. La 4T no puede permitirse que la corrupción moral corroa sus cimientos. No bastan los logros materiales; la congruencia es el alma que sostiene la confianza.
Hoy más que nunca se impone la vigilancia del ciudadano común, que con su voz, su voto y su memoria, puede señalar a los incongruentes y respaldar a los íntegros. La 4T sigue viva porque el pueblo la sostiene. Pero ese mismo pueblo será implacable si percibe traición.