Pipas de gas en la Ciudad de México: un riesgo cotidiano poco vigilado

La explosión de una pipa de gas en Iztapalapa el pasado 10 de septiembre no solo encendió las alarmas por el incendio y los daños materiales, sino que puso en evidencia un tema que rara vez se discute: la seguridad de las pipas de gas que circulan a diario por la Ciudad de México.

¿Cuántas pipas circulan realmente?

No hay una cifra oficial clara de cuántas pipas transitan en la Ciudad de México y su área metropolitana. El diario Excélsior ha señalado que más de 3,000 pipas de gas LP circulan diariamente por las calles de la capital. Por su parte, Reforma documentó que hasta 8,000 pipas ilegales operan en el Valle de México, sin registro ni supervisión adecuada.

Ninguna de estas cifras proviene de un padrón público y verificable, por lo tanto son poco confiables pues no citan las fuentes. Sin embargo, coinciden en lo fundamental: son miles las unidades que cada día cruzan avenidas y colonias densamente pobladas transportando gas LP, con el consiguiente riesgo para millones de habitantes.

Normas y vacíos legales

Existen normas técnicas, como la NOM-009-SESH-2011, que establece especificaciones de diseño para recipientes de gas LP, y reglamentos que regulan transporte y distribución. 

Además, la Dirección de Protección Civil de la CDMX ha realizado operativos esporádicos: en 2018, por ejemplo, revisó 89 pipas en las alcaldías Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza, detectando irregularidades como falta de extintores, señalización o permisos actualizados.

El problema es que estas acciones son intermitentes y no forman parte de un programa sistemático de verificación. A ello se suma que, como admiten incluso documentos oficiales, no existe una Norma Oficial Mexicana específica que regule integralmente los vehículos-pipa, dejando en manos de interpretaciones jurídicas y operativos aislados lo que debería ser una supervisión constante.

Riesgos urbanos

Una sola pipa puede transportar entre 20,000 y 45,000 litros de gas LP. La que explotó en Iztapalapa llevaba 49,500 litros. Esto significa que cada unidad es, en los hechos, un riesgo latente: un accidente puede poner en peligro no solo a conductores y pasajeros cercanos, sino a colonias enteras.

¿Qué se puede hacer?

La falta de cifras verificables y de controles estrictos permite que sigan circulando pipas en condiciones inciertas. Para reducir riesgos, especialistas y activistas en protección civil sugieren:

  • Establecer y publicar un padrón actualizado y transparente de todas las pipas que operan en la capital.
  • Realizar operativos permanentes, no ocasionales, de verificación de seguridad.
  • Exigir seguros amplios y vigentes, así como licencia especial para conductores.
  • Definir rutas y horarios seguros que eviten zonas de alta densidad en horas pico.
  • Incorporar tecnología de monitoreo satelital para controlar trayectorias y detectar anomalías en tiempo real.

Una omisión que cuesta vidas

La explosión en Iztapalapa deja más que una anécdota noticiosa. Nos recuerda que, en una ciudad con más de 20 millones de habitantes en su zona metropolitana, la vida cotidiana está cruzada por riesgos invisibles pero permanentes.

Si bien la solidaridad ciudadana fue ejemplar al reaccionar de inmediato, no basta con confiar en la respuesta comunitaria. La verdadera responsabilidad recae en el Estado: cerrar los vacíos normativos, reforzar la supervisión y asumir que cada pipa en circulación es un riesgo que debe ser controlado, no ignorado.

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here