De Nobel a Nobel: una carta que desnuda las contradicciones del Premio de la Paz

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El Premio Nobel de la Paz 2025 otorgado a la opositora venezolana María Corina Machado continúa despertando polémica en América Latina. El más reciente en cuestionarlo es el también Nobel argentino Adolfo Pérez Esquivel, quien en una carta abierta titulada “De Nobel a Nobel” reprocha a Machado su cercanía con Donald Trump y su llamado a una intervención extranjera en Venezuela.

Una voz con autoridad moral

A sus 94 años, Adolfo Pérez Esquivel —Premio Nobel de la Paz en 1980 por su lucha contra las dictaduras militares del Cono Sur— volvió a levantar la voz, esta vez no contra un régimen autoritario, sino contra la manipulación del concepto de paz.

En su carta publicada por el diario argentino Página/12 y replicada por medios como SinEmbargo y Uypress, Pérez Esquivel expresa su “sorpresa” ante el reconocimiento a Machado, a quien interpela directamente:

“Me sorprendió tu designación como Premio Nobel de la Paz que te otorgó el Comité Nobel. Me vinieron a la memoria las luchas contra las dictaduras en el continente y en mi país, dictaduras militares que soportamos desde 1976 hasta 1983. Resistimos las cárceles, torturas y el exilio con miles de desaparecidos, niños secuestrados y desaparecidos y los vuelos de la muerte de los cuales soy un sobreviviente”.

Un Nobel que divide más de lo que une

El activista argentino no cuestiona solo el premio, sino la coherencia de la galardonada. Le recuerda que la paz no se edifica llamando a la invasión de un país por parte de una potencia extranjera.

Pérez Esquivel subraya que Estados Unidos no tiene aliados, sino intereses, evocando las dictaduras del siglo XX impuestas en América Latina bajo su influencia. En su mensaje, recuerda ejemplos como Panamá e Irak, donde “la peor de las violencias fue la mentira”.

Machado, dice, no dedicó su Nobel al pueblo venezolano —víctima del bloqueo— sino a Donald Trump, “el agresor de tu país”. En esa sola decisión, señala, se resume la contradicción moral del galardón.

“Me sorprende cómo te aferras a los Estados Unidos: debes saber que no tiene aliados, ni amigos, sólo tiene intereses. Las dictaduras impuestas en América Latina fueron instrumentadas por sus intereses de dominación y destruyeron la vida y la organización social, cultural y política de los pueblos que luchan por su libertad y autodeterminación. Los pueblos resistimos y luchamos por el derecho a ser libres y soberanos y no colonia de los Estados Unidos”.

Venezuela: entre bloqueo y soberanía

El texto también defiende la legitimidad del proceso bolivariano como una democracia “con luces y sombras”, pero que ha representado un esfuerzo por la soberanía y la unidad continental.

Pérez Esquivel recuerda que Hugo Chávez “marcó el camino de libertad y soberanía del pueblo” y que el gobierno de Nicolás Maduro ha sobrevivido bajo asedio, sanciones y amenazas militares.

Su carta no ignora los problemas internos, pero señala que nada justifica una intervención extranjera. “Un mal no se resuelve con otro mal mayor”, escribe.

Corina, te pregunto. ¿Por qué llamaste a los Estados Unidos para que invada Venezuela? Al recibir el anuncio que te otorgaron el Premio Nobel de la Paz se lo dedicaste a Trump. El agresor a tu país que miente y acusa a Venezuela de ser narcotraficante, mentira semejante a la de George Bush, que acusó a Saddam Hussein de tener “armas de destrucción masiva”. Pretexto para invadir Irak, saquearla y provocar miles de víctimas, mujeres y niños. Estuve al final de la guerra en Bagdad en el hospital pediátrico y pude ver la destrucción y muertes por aquellos que se proclaman los defensores de la libertad. La peor de las violencias es la mentira.

El trasfondo político del Nobel

El Premio Nobel de la Paz ha sido históricamente polémico: a menudo más político que moral. En este caso, la designación de Machado, abiertamente aliada de Trump y promotora de un cambio de régimen mediante presión externa, parece premiar la confrontación más que el diálogo, la alineación geopolítica antes que la búsqueda de paz real.

En contraste, Pérez Esquivel habla desde la experiencia de quien resistió la cárcel, la tortura y el exilio, y que entiende la paz como justicia y dignidad, no como discurso. Su carta pone en evidencia que el Nobel de la Paz ha perdido autoridad moral cuando se otorga a figuras que invocan la “libertad” pero legitiman el intervencionismo.

Me preocupa que no hayas dedicado el Nobel a tu pueblo y sí al agresor de Venezuela. Creo Corina que tienes que analizar y saber dónde estás parada, si eres una pieza más del coloniaje de Estados Unidos, sometida a sus intereses de dominación, lo que nunca puede ser para el bien de tu pueblo. Como opositora al gobierno de Maduro, tus posturas y opciones generan mucha incertidumbre, recurres a lo peor cuando pedís que Estados Unidos invada Venezuela.

Entre la ironía y la esperanza

“Abre tu mente y corazón al diálogo”, le escribe el argentino. No hay odio en su tono, sino un llamado a la conciencia, casi pastoral, a mirar el sufrimiento del pueblo y no los intereses de las potencias.

Su carta es, en el fondo, una advertencia: que los símbolos de la paz no se conviertan en instrumentos de la guerra.

En América Latina, donde la memoria de las dictaduras aún duele y la dependencia externa sigue marcando los destinos, la carta de Pérez Esquivel tiene un peso que va más allá de Venezuela.

Su mensaje resuena como un recordatorio: la paz no se decreta desde Oslo ni se compra con aplausos internacionales; se construye desde la verdad, la soberanía y la justicia social.

Fuentes:

Página/12 (Argentina), SinEmbargo (México), Uypress (Uruguay), La Nación (Argentina)

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