La política boliviana dio un giro inesperado este domingo. Por primera vez en dos décadas, el Movimiento al Socialismo (MAS) quedó fuera de la contienda presidencial y dos candidatos de derecha —el senador Rodrigo Paz Pereira y el ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga Ramírez— se disputarán la presidencia en una segunda vuelta programada para el 19 de octubre, según resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral.
Con más del 90 % de las actas escrutadas, Paz alcanzaba un 32,18 % de los votos, un resultado sorprendente que ninguna encuesta anticipó. Hijo del ex presidente Jaime Paz Zamora, el político de 57 años se colocó como la gran revelación de la jornada.
En segundo lugar se ubicó Quiroga, de 65 años, con 26,85 %, mientras que el candidato oficialista Eduardo del Castillo apenas reunió un 3,6 %, en lo que se perfila como la peor derrota del Movimiento al Socialismo, MAS, en veinte años.
El derrumbe del izquierdista MAS
El golpe es simbólico y profundo: después de haber gobernado desde 2006, primero bajo el liderazgo de Evo Morales y luego con Luis Arce, la izquierda boliviana se ve desalojada del poder. En 2020, Arce triunfó con más del 55 % de los votos; hoy, el MAS no alcanza siquiera los dos dígitos.
Las fracturas internas entre “evistas” y “arcistas” marcaron la campaña. Morales, inhabilitado para competir, se volcó en pedir el voto nulo, debilitando aún más al partido que lo catapultó. Andrónico Rodríguez, también de izquierda pero fuera del MAS, logró alrededor de 8 %, demasiado poco para evitar el derrumbe.
La economía fue un factor decisivo: Bolivia enfrenta una inflación en máximos de cuatro décadas, una crisis que golpea el día a día de la población.
Los nuevos protagonistas
Rodrigo Paz, criado en el exilio por la persecución contra su familia durante las dictaduras militares, presentó un discurso de renovación. “Bolivia no solo está pidiendo un cambio de gobierno, está pidiendo un cambio de sistema político”, declaró ante miles de simpatizantes, al grito de “renovación”. Entre sus propuestas, plantea un modelo económico 50-50, que destine la mitad de los fondos públicos al gobierno central y la otra mitad a las regiones.
Jorge “Tuto” Quiroga, quien asumió la presidencia entre 2001 y 2002 tras la renuncia de Hugo Banzer, también celebró los resultados y felicitó a Paz por su desempeño. “Tenemos el desafío de pasar de un país centralista y estatista a un país con libertad, con inversión, con autonomías profundas y efectivas”, señaló. Su mensaje incluyó un llamado a dar el salto hacia un “país tecnológico y digital” que abrace la era de la inteligencia artificial.
En tercer lugar quedó el empresario Samuel Doria Medina, con un 19,3 %. Tras reconocer su derrota, anunció que apoyará a Rodrigo Paz en la segunda vuelta, un respaldo que podría ser decisivo.
Un proceso bajo lupa, pero sin sobresaltos
La elección se desarrolló con normalidad, pese al llamado al boicot de Evo Morales y a algunos incidentes menores en Cochabamba, su bastión histórico. La misión de observación de la Organización de Estados Americanos (OEA) reportó un proceso tranquilo y una participación electoral estable.
Será la primera vez en la historia boliviana que se celebre una segunda vuelta presidencial. El nuevo gobierno asumirá el 8 de noviembre, junto con un Congreso renovado, integrado por 26 senadores y 130 diputados.
El fin de una era
Lo ocurrido marca un punto de inflexión: la izquierda que alguna vez redujo la pobreza y triplicó el PIB gracias a un plan de nacionalizaciones, ahora se despide del poder entre divisiones internas y una economía frágil. El país, que durante casi veinte años fue referencia continental, abre una nueva etapa en la que la derecha, con diferentes matices, tiene la oportunidad de marcar el rumbo.
Bolivia no sólo eligió a dos finalistas. Eligió cerrar un ciclo y comenzar otro, cargado de incertidumbre. El 19 de octubre se definirá si la sorpresa de Rodrigo Paz se convierte en presidencia o si el retorno de Tuto Quiroga abre una segunda vida política para un exmandatario de vieja escuela.