Con Fox, Calderón y Peña, la burocracia y la opacidad se volvieron parte del desastre natural

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Fonden, sus fallas y lo que supone para la atención de desastres hoy

En la conferencia matutina del viernes 24 de octubre de 2025, la secretaria de la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno (SSABG), Raquel Buenrostro, expuso un diagnóstico crudo del extinto fideicomiso Fonden: operaba con lentitud, discrecionalidad, opacidad y numerosos actos de corrupción.

Este señalamiento ocurre luego de que los medios conservadores se coordinaron para señalar que en este momento en que el país atraviesa fuertes lluvias e inundaciones, hace falta el desaparecido FONDEN para atender los daños severos que afectan a varias regiones del país.

Por eso conviene mirar al pasado: qué era el Fonden, por qué se eliminó, cuáles fueron sus fallas y qué tan preparado está hoy el Estado mexicano para enfrentar emergencias con honestidad y eficacia.

Qué era el Fonden y cómo funcionaba

El Fondo de Desastres Naturales (Fonden) fue un mecanismo institucional creado en 1996 durante el gobierno de Ernesto Zedillo y formalizado como fideicomiso en 1999.

Su propósito era atender los efectos de los fenómenos naturales que rebasaran la capacidad de respuesta local: reconstruir infraestructura pública, restablecer servicios básicos y apoyar la vivienda de familias de bajos ingresos.

Para activar los recursos, se requería una declaratoria de emergencia o de desastre, y el estado afectado debía aportar un porcentaje —en algunos casos hasta 50 %— del costo total para que la Federación cubriera el resto.

Por qué se eliminó el fideicomiso

Durante el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, se decidió eliminar el fideicomiso del Fonden junto con más de un centenar de mecanismos similares, dentro de una política de austeridad republicana y reordenamiento del gasto público, pero principalmente porque muchos de esos fideicomisos se habían convertido en “cajas chicas”, donde se acumulaban recursos sin suficiente control ni transparencia.

El objetivo era acabar con las prácticas discrecionales, reducir la burocracia y lograr que los apoyos llegaran directamente a las personas afectadas.

A diferencia de lo que ocurría en los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, hoy el Estado cuenta con presupuesto directo para la atención de desastres.

Según datos de la administración federal, la presidenta Claudia Sheinbaum ha destinado cerca de 19,000 millones de pesos en 2025 para emergencias, con el propósito de garantizar que la respuesta sea inmediata, verificable y sin la maraña de trámites que caracterizó al antiguo esquema.

Las fallas estructurales que marcaron al Fonden

La exposición de Raquel Buenrostro reveló un patrón de irregularidades que explica por qué el fondo terminó perdiendo su razón de ser:

  • Retrasos críticos: los recursos tardaban hasta 42 días hábiles —e incluso 120 días— en ejercerse, mientras las comunidades seguían bajo el agua o sin vivienda.
  • Exceso de burocracia y discrecionalidad: el entramado de reglas, declaratorias y validaciones hacía ineficiente la atención.
  • Opacidad en el manejo de recursos: al operar como fideicomiso, el Fonden quedó fuera de los estándares de transparencia y rendición de cuentas de otras dependencias.
  • Falta de enfoque social: gran parte del dinero se destinaba a infraestructura pública, no directamente a las familias afectadas.
  • Corrupción documentada: la Auditoría Superior de la Federación detectó pagos sin comprobar, compras con sobreprecio, obras mal ejecutadas y recursos desviados en distintos gobiernos estatales.

Buenrostro precisó que en cada uso del fondo “había faltantes de aproximadamente 500 millones de pesos derivados de acciones irregulares”.

La respuesta actual: menos trámites, más responsabilidad

Tras la desaparición del Fonden, la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno sostiene que el nuevo sistema de atención a desastres permite liberar recursos de manera inmediata.

Ya no se requiere una declaratoria formal para actuar: los equipos de Protección Civil, las secretarías y las fuerzas federales pueden movilizarse de un día para otro.

En palabras de Buenrostro: “Ocurre el desastre e inmediatamente se mueven los equipos, con presupuestos corrientes. Ese mismo día se hace un corte y comienza el informe de la presidenta y las secretarías.”

El gobierno asegura que este modelo —basado en presupuesto directo y coordinación interinstitucional— evita la parálisis administrativa que por años caracterizó al Fonden.

Perspectiva editorial 

El caso del Fonden ilustra cómo la burocracia y la corrupción pueden agravar los efectos de un desastre natural, pero también muestra que los cambios institucionales solo son útiles si logran agilizar la ayuda, proteger a las familias y fortalecer la confianza pública.

El reto para el Estado mexicano es no repetir los errores del pasado, para lo cual necesita actuar con anticipación, garantizar transparencia y asegurar que la atención llegue al último rincón afectado, no solo a los titulares de los diarios.

En un país donde los desastres naturales son recurrentes, la honestidad institucional y la eficacia gubernamental son, literalmente, cuestión de vida o muerte.

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