Kananaskis, Canadá, 16 de junio de 2025.– La cumbre del Grupo de los Siete (G7) arrancó este lunes en un contexto internacional marcado por tensiones diplomáticas, divergencias políticas y expectativas de alto nivel. Líderes de las principales economías occidentales —Alemania, Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá— se reúnen en la localidad canadiense de Kananaskis, en Alberta, con una agenda cargada de urgencias globales, entre ellas el conflicto entre Irán e Israel, la migración, y las crecientes disputas comerciales.
Uno de los momentos más esperados del encuentro será la primera reunión presencial entre la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente estadounidense, Donald Trump, programada para este martes 17 de junio a las 15:40 horas (locales). Ambos mandatarios ya han sostenido siete conversaciones telefónicas desde el triunfo de Sheinbaum, pero está será la primera vez que se vean cara a cara. Entre los temas que abordarán están el comercio bilateral, el futuro del T-MEC, la política migratoria, las redadas en Estados Unidos, la seguridad fronteriza y el impuesto a las remesas propuesto por la administración republicana.
En tanto, el tono general de la cumbre ha estado lejos de la armonía. Trump ha generado nuevas fricciones al sugerir que Rusia debería ser reincorporada al foro, transformando el G7 nuevamente en G8. Incluso planteó la posibilidad de incluir a China, lo que fue rechazado de inmediato por varios líderes europeos, quienes subrayaron que Moscú fue excluido tras la anexión ilegal de Crimea en 2014 y que las sanciones deben continuar mientras persista la agresión rusa sobre Ucrania.
El conflicto entre Israel e Irán también ha irrumpido con fuerza en la agenda. Los líderes del G7 buscan coordinar una respuesta común para evitar una escalada que podría derivar en una guerra regional de consecuencias globales. Trump, por su parte, declaró que Estados Unidos podría “involucrarse” si las circunstancias lo exigen, aunque también se mostró dispuesto a aceptar a Vladimir Putin como posible mediador entre las partes, en un gesto que genera escepticismo entre sus aliados.
En medio de estas tensiones, Canadá —país anfitrión de la cumbre— ha intentado posicionarse como un puente entre posturas, especialmente a través del primer ministro Mark Carney, quien ha mantenido una estrategia de moderación y diálogo para mantener la cohesión del bloque. Carney también ha impulsado una mayor visibilidad de Ucrania en la cumbre, invitando al presidente Volodímir Zelenski como observador especial.
México, aunque no es parte del G7, fue invitado a la cumbre por su papel estratégico en América del Norte. La participación de Sheinbaum se interpreta como una señal de continuidad en la cooperación regional, pero también de afirmación soberana en temas sensibles como la migración y los derechos de los connacionales en Estados Unidos. La mandataria mexicana ha reiterado que buscará defender “dignamente a los mexicanos” y fomentar una relación de respeto con el país vecino.
Con reuniones bilaterales clave, una agenda internacional en ebullición y una cumbre que deja ver más diferencias que consensos, el G7 2025 promete ser un parteaguas tanto en la diplomacia global como en la redefinición de las alianzas estratégicas de América del Norte.