¿Demasiado turismo? Ciudades que ya no aguantan más

Este fin de semana, miles de personas salieron a las calles en 15 ciudades como Barcelona, San Sebastián, Venecia, Granada y Atenas para decir “¡basta ya!” al turismo masivo. No protestan contra los viajeros en sí, sino contra un modelo turístico que ha crecido sin control y que está afectando gravemente su vida diaria.

Los vecinos denuncian que el turismo excesivo ha encarecido todo: la renta de las casas, los precios en las tiendas, los servicios. Además, los barrios se han llenado de basura, los negocios de siempre han cerrado, y ahora es más fácil encontrar un alojamiento para turistas que una vivienda para vivir.

“El turismo nos roba pan, techo y futuro”, decían los carteles. Y no es una exageración. En ciudades como Barcelona, llegan más de 12 millones de turistas al año, mientras los vecinos de toda la vida tienen que mudarse porque ya no pueden pagar el alquiler. En España, un país con 47 millones de habitantes, llegan más de 100 millones de turistas al año. ¿A quién beneficia eso realmente?

Los manifestantes no piden cerrar las puertas al turismo, sino cambiar el modelo. Quieren que se pongan límites al número de visitantes, que se cobren impuestos justos a los turistas, que se regulen las plataformas de alojamiento y que se proteja a los vecinos. En pocas palabras: que la ciudad sea para quienes la habitan, no sólo para quienes la visitan unos días.

Desde Tejido Nacional creemos que esta protesta es muy importante y nos hace reflexionar. El turismo no debe destruir lo que viene a admirar. Una ciudad viva no es la que tiene más hoteles ni más visitantes, sino aquella donde su gente puede vivir bien.

Y en México, con lugares como Tulum, Oaxaca o San Miguel de Allende enfrentando problemas similares, vale la pena escuchar esta voz del sur de Europa. Aún estamos a tiempo de hacer las cosas mejor.

Porque las ciudades no sólo son para exhibirse, sobre todo son para vivir.

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