|14 de septiembre 2025
Hernán Bermúdez Requena —alias El Abuelo o Comandante H—, exsecretario de Seguridad Pública de Tabasco durante el gobierno de Adán Augusto López, fue detenido en Paraguay. Está acusado de liderar el grupo criminal La Barredora, vinculado a delitos como extorsión, secuestro, tráfico de drogas y robo de combustible.
La captura se realizó en una residencia de lujo en Mariano Roque Alonso, área metropolitana de Asunción, donde se aseguraron fajos de dinero, joyas, teléfonos celulares y otros bienes. La operación fue posible gracias a la cooperación de las autoridades paraguayas, la Interpol y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana de México.
La Fiscalía General de la República confirmó que Bermúdez enfrentará procesos por asociación delictuosa, secuestro exprés y extorsión. También pesaban sobre él órdenes de aprehensión nacionales e internacionales. La Unidad de Inteligencia Financiera había congelado sus cuentas y las de sus familiares desde meses atrás.
Firmeza contra la corrupción
La detención de Bermúdez tiene un peso que va más allá de lo policial. En el plano político, muestra que el gobierno de Claudia Sheinbaum no está dispuesto a tolerar la corrupción en ningún nivel de gobierno. Enviar a prisión a un exsecretario estatal acusado de dirigir una organización criminal es un mensaje fuerte: nadie está por encima de la ley.
Al mismo tiempo, es positivo que el propio Adán Augusto López, exgobernador de Tabasco y actual figura política nacional, haya expresado públicamente que está dispuesto a declarar ante cualquier autoridad que lo cite. Esa postura, lejos de victimizarse o buscar protección, contribuye a la transparencia y refuerza el mensaje de que la justicia debe prevalecer sin distinciones.
Esperanza de cambio cultural
La coordinación internacional, la acción judicial y la disposición de políticos a colaborar con las investigaciones son señales de que el país está dando pasos firmes hacia un México con muy bajos niveles de corrupción. La ciudadanía necesita ver que quienes abusan del poder o se vinculan con la delincuencia enfrentan consecuencias.
Que se cumpla este principio de manera constante y sin selectividad es el gran reto. Pero lo cierto es que con casos como el de Hernán Bermúdez se siembra esperanza: la justicia puede llegar a todos, sin importar su rango o sus conexiones.
La captura de Bermúdez no solo descabeza a una organización delictiva; representa un golpe simbólico contra la impunidad. Si el gobierno mantiene esta línea de cero tolerancia y los procesos judiciales se llevan hasta el final, México puede comenzar a construir una cultura pública donde la corrupción deje de ser norma y se convierta en excepción.











