El México que queremos ver: un país que juega con pasión, entrega y orgullo

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Julio 2025

El pasado fin de semana, la Selección Mexicana de Futbol nos regaló algo más que un trofeo. Nos ofreció una lección de dignidad nacional, una muestra de lo que puede lograr un equipo —y un país— cuando deja atrás los complejos, cuando juega sin miedo, con entrega, con orgullo, y cuando se convence de que puede ser grande.

México conquistó la Copa Oro 2025 con una actuación contundente, superando a Estados Unidos con autoridad y oficio. No fue un golpe de suerte ni una victoria apretada. Fue un dominio claro, sostenido, merecido. Fue la confirmación de que cuando los jugadores se sienten orgullosos de portar la camiseta, cuando se deja el alma en la cancha, cuando creen en sí mismos, entonces todo es posible.

Ese es el México que queremos ver. No sólo en el futbol, sino en cada rincón de nuestra vida nacional. Queremos ver un México que no se achique ante nadie, que no se paralice ante la competencia extranjera, que no acepte el rol de subordinado en la historia. Un México que sepa que vale, que sepa que puede, que sepa que tiene con qué.

Porque tenemos historia, y una muy grande. Tenemos cultura milenaria, pensadores brillantes, artistas que han conmovido al mundo, científicos que han innovado y aportado al mundo, trabajadores que todos los días levantan al país con esfuerzo. No somos un pueblo menor, aunque a veces parezca que se nos ha olvidado.

El triunfo de la Selección debe ser inspiración. Que ese espíritu que vimos en la cancha lo llevemos a la economía, a la ciencia, al arte, a la industria, a la política. Que cada joven que vio ese partido piense: “yo también puedo poner en alto el nombre de México”, sea en un laboratorio, en una sala de redacción, en un taller mecánico, en una fábrica o en una comunidad indígena.

Queremos un México ganador. No un México arrogante, no un México excluyente, sino un México seguro de sí mismo. Un país que entienda que su grandeza está en reconocerse, valorarse y proyectarse con dignidad y compromiso.

Que la camiseta nacional no sea sólo una prenda deportiva, sino el símbolo de una identidad colectiva que se niega a ceder ante el derrotismo. Un símbolo de que sí se puede construir un país mejor si jugamos todos con pasión, con estrategia, con unidad y con orgullo.

Así como la Selección lo hizo en esta Copa Oro, así queremos ver a México cada día: con el corazón en alto y los pies bien plantados en su tierra. Porque este país, con todo lo que ha sufrido, con todo lo que ha enfrentado, ya se ha ganado el derecho a creer en sí mismo.

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