El misterio del camuflaje del pulpo: ¿Cómo imita colores si no puede verlos?

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Uno de los mayores enigmas de la biología marina moderna es cómo los pulpos, animales técnicamente daltónicos, logran camuflajes tan precisos y sorprendentes. 

Estos maestros del mimetismo son capaces de cambiar el color, la textura y el patrón de su piel para confundirse con corales, rocas, arena o algas. 

Sin embargo, desde el punto de vista anatómico, sus ojos sólo cuentan con un tipo de fotoreceptor, lo que en los vertebrados equivaldría a ver en blanco y negro. ¿Cómo es entonces que “ven” los colores?

El dilema: ojos en escala de grises, camuflaje multicolor

A diferencia de los humanos, que tenemos tres tipos de conos para distinguir los colores rojo, verde y azul, los pulpos (al igual que otros cefalópodos como calamares y sepias) solo tienen un tipo de célula fotorreceptora. 

Esto significa que no pueden comparar señales de distintos conos para discriminar colores. En otras palabras, no tienen visión de color convencional. Y sin embargo, su camuflaje es tan eficiente que parece hecho por un pintor con paleta completa.

Las hipótesis: cómo “ven” lo que no ven

Diversas teorías han intentado resolver este enigma. Una de las más aceptadas proviene de la física óptica: los pulpos podrían estar aprovechando una propiedad de la luz llamada aberración cromática. 

En esencia, esto significa que diferentes longitudes de onda (colores) se enfocan en distintos puntos dentro del ojo. 

Aunque los pulpos no distinguen colores directamente, podrían detectar pequeñas diferencias en el enfoque y la nitidez de los objetos según el color predominante. Es decir, no ven los colores como tal, pero saben que hay diferencias cromáticas por cómo cambian la forma o el contraste visual en sus ojos.

Otra posibilidad es que se guíen más por el contraste, la textura, la intensidad de la luz y los patrones, más que por el color en sí. Es decir, no necesitan saber que algo es “rojo”, solo que tiene cierto nivel de oscuridad o claridad y una textura específica. Esto les permite imitar con sorprendente precisión el entorno inmediato.

Un sistema de piel inteligente

Pero el truco no está solo en los ojos. La piel del pulpo está compuesta por cromatóforos (células que contienen pigmentos), iridóforos y leucóforos, que reflejan la luz de distintas maneras

Estas estructuras permiten que el pulpo reproduzca patrones complejos de color y reflejos metálicos con rapidez. Aún más sorprendente: hay estudios que sugieren que la piel del pulpo podría tener sensibilidad a la luz de forma autónoma, lo que significaría que su piel “ve” en cierto sentido, aunque de forma muy rudimentaria.

Naturaleza que supera a la lógica

El camuflaje del pulpo es un ejemplo asombroso de cómo la evolución encuentra caminos creativos para resolver desafíos. 

Aunque no ve colores como nosotros, su cerebro, sus ojos y su piel trabajan en conjunto para descifrar visualmente el entorno y replicarlo

Su camuflaje no depende de percibir el mundo como lo haríamos los humanos, sino de entenderlo a través de otras señales sensoriales.

En un mundo donde a menudo juzgamos la percepción por nuestra experiencia humana, el pulpo nos recuerda que hay muchas maneras de ver más allá de los colores.

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