El Museo de las Aves de México: el corazón con alas de Saltillo

En el corazón de Saltillo, justo donde las calles del centro histórico resguardan memorias coloniales y aromas de pan de pulque, se encuentra uno de los espacios más sorprendentes y encantadores del norte del país: el Museo de las Aves de México. Un lugar que no sólo nos habla del vuelo y el canto, sino también del amor profundo que podemos tener por la vida natural que nos rodea.

El museo está instalado en un hermoso edificio de cantera, el antiguo Colegio de San Juan, construido por los jesuitas hace más de un siglo. Su arquitectura sobria y elegante parece decirnos que dentro de esos muros se resguarda algo especial. Y no es para menos: aquí habitan, en perfecta armonía, más de 3 mil aves disecadas que representan una gran parte de las especies que vuelan por los cielos de México.

La historia de este museo no comienza con una institución, sino con un hombre: Aldegundo Garza de León, un apasionado de las aves que durante décadas reunió ejemplares de todo el país. Su colección privada, que empezó casi como un pasatiempo, creció tanto que en 1993 fue donada y se convirtió en el corazón de lo que hoy conocemos como el Musave.

Entrar al museo es como viajar por el mapa del país, pero a través de sus aves. Hay salas que muestran cómo migran, cómo se adaptan a la selva, al desierto, al bosque o al mar. Pero más allá de los datos, el museo logra algo que pocos lugares consiguen: despertar curiosidad y cariño. Es común ver a los niños fascinados mirando un quetzal o un flamenco, mientras los adultos recuerdan el canto del cenzontle o las tardes en los que un colibrí les visitó en el jardín.

Este espacio también se ha vuelto un lugar de aprendizaje. Organiza talleres para estudiantes, charlas sobre conservación, y hasta conciertos en su auditorio. Es, en muchos sentidos, un lugar vivo, lleno de encuentros, de comunidad, de admiración por el entorno. Durante 2023 celebró sus 30 años con actividades que reunieron a familias, investigadores y artistas en torno a una misma pasión: las aves.

Saltillo, además, tiene un contexto privilegiado. Rodeado por la Sierra de Zapalinamé y con un clima que mezcla el desierto y la montaña, es un sitio donde conviven especies muy diversas. No es casualidad que el museo esté aquí. La ciudad, con su historia de sarapes, su aire tranquilo y su vocación cultural, es el escenario perfecto para este homenaje a todo lo que vuela.

La visita al Museo de las Aves no sólo es educativa, es también una experiencia estética y emocional. Quien entra, sale con el corazón más ligero, con ganas de mirar al cielo, de escuchar con más atención, de cuidar con más conciencia. No hace falta ser ornitólogo ni amante de la biología. Basta con dejarse llevar por el asombro.

Cuando visites Saltillo, no dejes fuera este museo. Está abierto de martes a domingo, en la calle Hidalgo del centro. Es un paseo que puedes hacer en familia, con amigos o incluso a solas. Te lo aseguramos: después de recorrer sus salas, algo en ti querrá alzar el vuelo

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here