Gobierno de México está midiendo la salud de millones de niños en México buscando una escuela más saludable

En un país donde la obesidad infantil ha alcanzado niveles alarmantes, el Gobierno de México ha puesto en marcha una iniciativa que podría marcar un antes y un después en la salud de la niñez. Se trata del programa “Vive Saludable, Vive Feliz”, una estrategia coordinada entre la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Secretaría de Salud, que ya ha logrado valorar a 2.7 millones de estudiantes de primaria en escuelas públicas.

El hallazgo es tan contundente como preocupante: casi cuatro de cada diez niñas y niños tienen sobrepeso u obesidad. A eso se suma que más de la mitad presenta caries y un tercio tiene algún tipo de afectación visual. Estas cifras no sólo reflejan hábitos poco saludables, sino también años de omisión en políticas de prevención dentro del ámbito escolar.

La respuesta del Estado ha sido movilizar a más de 700 brigadas de profesionales —integradas por médicos, nutriólogos y enfermeros— que visitan escuelas para evaluar peso, talla y otras condiciones básicas de salud

Más allá de medir, el programa busca educar, intervenir y prevenir. En ese sentido, una de las decisiones más significativas fue la prohibición, desde marzo pasado, de vender alimentos ultraprocesados dentro de las escuelas. Una medida audaz que busca cortar de raíz la presencia de productos que, durante años, estuvieron normalizados en el entorno escolar: refrescos, pastelitos, frituras.

Las autoridades han reconocido que el problema no es sencillo. México es uno de los países con mayores tasas de obesidad infantil en el mundo, y según estimaciones de UNICEF, la tendencia podría agravarse en los próximos años si no se actúa con decisión. De hecho, más del 90 % de los escolares consume bebidas azucaradas con regularidad, mientras que la diabetes se mantiene como la segunda causa de muerte en el país.

El programa “Vive Saludable, Vive Feliz” se presenta, entonces, como una acción urgente y necesaria. Pero también como una muestra de que es posible intervenir desde el sistema educativo para cambiar realidades. La Secretaría de Educación Pública ha sido clave para articular la logística, garantizar el acceso a las escuelas, y promover una cultura de salud más allá del aula.

Todavía queda mucho por hacer. Las cifras sobre caries y problemas visuales indican que hay aspectos descuidados que también afectan el rendimiento y el bienestar de los niños. La salud mental, por ejemplo, sigue siendo un terreno pendiente. Pero esta política pública marca un camino claro: atender la salud de la niñez desde la escuela, no sólo como un tema médico, sino como una condición básica para el aprendizaje, el desarrollo y la felicidad.

En un país donde por décadas la salud escolar ha sido un tema de discurso más que de acción, esta intervención representa una bocanada de aire fresco. No es solo una política pública, es un cambio de enfoque: los niños y niñas no pueden aprender si no están sanos. Y por primera vez en mucho tiempo, la escuela se convierte en aliada de la salud.

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