En una noche tensa y cargada de incertidumbre, Irán lanzó un nuevo y masivo ataque con misiles balísticos contra territorio israelí, intensificando uno de los momentos más delicados y peligrosos en la ya compleja historia del Medio Oriente. Según confirmó el gobierno de Teherán, este bombardeo es parte de lo que denominan una “respuesta aplastante” a los ataques previos de Israel contra sus instalaciones nucleares y objetivos militares clave.
La situación, que se desarrolla en medio de un creciente clima bélico, cobró fuerza luego de que Israel, apenas unas horas antes, iniciara la llamada Operación León Naciente, un asalto aéreo contra varias instalaciones nucleares iraníes, incluyendo sitios estratégicos como Natanz y Fordow. El resultado preliminar, según fuentes iraníes, fue devastador: decenas de muertos, entre ellos científicos nucleares y altos mandos militares, y daños severos en estructuras de gran valor estratégico.
La respuesta de Irán no se hizo esperar. En la noche del viernes, cientos de misiles de diverso alcance fueron lanzados desde territorio iraní con rumbo a distintas regiones de Israel. Los sistemas de defensa israelíes, como el famoso Domo de Hierro, lograron interceptar una gran parte de ellos, pero no todos. Algunas zonas residenciales en Tel Aviv y Jerusalén reportaron explosiones y daños materiales. Hasta el momento, se ha confirmado al menos una persona muerta y decenas de heridos.
La agencia oficial de noticias iraní IRNA emitió un comunicado contundente: “Con el lanzamiento de cientos de misiles balísticos de diversa índole hacia los territorios ocupados, ha comenzado la operación de respuesta decisiva al brutal ataque del régimen sionista”. Un mensaje que no deja espacio para las dudas: esta es una guerra abierta, declarada no por diplomáticos, sino por las acciones en el campo de batalla.
Mientras tanto, en Israel, la población ha pasado la noche en refugios antiaéreos, temiendo nuevas oleadas de ataques. El gobierno israelí no ha tardado en responder, asegurando que continuará con su ofensiva “hasta que las capacidades militares de Irán sean completamente desmanteladas”.
El escenario ha hecho sonar las alarmas en el resto del mundo. Naciones Unidas, la Unión Europea y varios países del G20 han llamado urgentemente a la desescalada del conflicto. Pero, hasta ahora, los misiles siguen cruzando el cielo y los tambores de guerra no parecen detenerse.
Con este nuevo capítulo, el conflicto entre Irán e Israel ya no se limita a operaciones encubiertas, sanciones o amenazas diplomáticas. Es una guerra en forma, con fuego cruzado y consecuencias impredecibles no sólo para la región, sino para la estabilidad global.