El debate en torno a las sanciones del INE por la aparición de candidaturas judiciales en “guías de votación” ha abierto una conversación mucho más amplia —y más valiosa— que la simple discusión sobre si se violó o no un principio de equidad. Al fondo de este debate está una pregunta decisiva: ¿cómo lograr un Poder Judicial independiente, ético y al mismo tiempo democrático?
Porque no basta con criticar la simulación, la cooptación o el vacío normativo. Hay que atreverse a decir lo que sí debe hacerse para que el sistema funcione. Y hacerlo sin ingenuidad, pero con responsabilidad.
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1. Los jueces tienen ideología, y eso no está mal
No es realista exigir que un juez carezca de visión política o ideológica. Un juzgador puede ser garantista o punitivista, feminista o tradicionalista, progresista o conservador, y eso es natural. Lo importante es que resuelva con base en la ley, los hechos y la Constitución, no por consigna ni por conveniencia.
La solución no es fingir que los jueces son neutrales como máquinas, sino exigir transparencia en sus posturas, integridad en sus trayectorias y responsabilidad en sus votos.
2. Los partidos no deben adueñarse del Poder Judicial
Por eso es correcto que los partidos no puedan postular candidatos ni financiar campañas judiciales. No podemos volver al sistema de cuotas, donde el PAN, el PRI, Morena o el Verde se reparten asientos en tribunales como si fueran curules. El Poder Judicial no es una extensión del Congreso ni un botín electoral.
Sin embargo, eso no significa que los partidos deban callar.
3. ¿Qué sí pueden y deben hacer los partidos?
Como actores públicos y representantes de visiones de país, los partidos tienen el derecho —y a veces el deber— de opinar sobre el sistema judicial. Eso incluye:
- Criticar resoluciones injustas o contradictorias.
- Apoyar modelos de justicia más humanos, más eficientes, más accesibles.
- Pronunciarse a favor o en contra de candidaturas por criterios técnicos, éticos o sociales.
Lo que no deben hacer es:
- Financiar campañas disfrazadas de ciudadanía.
- Influir en jueces por medio de operadores políticos.
- Amenazar, chantajear o premiar a jueces en función de sus votos.
Opinar no es manipular. Criticar no es controlar. Apoyar no es cooptar.
4. ¿Qué sí debe hacer el Estado y el INE?
Si queremos elecciones judiciales legítimas y útiles para la democracia:
- Debe establecerse un marco normativo claro y justo: las reglas no pueden improvisarse ni interpretarse después.
- Debe permitirse la elaboración de guías de votación, siempre y cuando sean transparentes, con autoría identificable, sin simulaciones ni recursos ilícitos.
- Debe abrirse una plataforma oficial de evaluación ciudadana, donde organizaciones sociales, académicas y defensoras de derechos humanos puedan publicar sus análisis, recomendaciones o alertas sobre los perfiles judiciales.
- Debe vigilarse que ningún actor —público ni privado— imponga su voluntad sobre el voto judicial.
5. ¿Qué sí debe hacer la ciudadanía?
La justicia también se defiende desde abajo. Por eso:
- Debemos interesarnos en quiénes juzgan en nuestro nombre.
- Informarnos más allá del boletín o del meme.
- Cuestionar a quienes protegen corruptos o dilatan procesos.
- Y apoyar a quienes juzgan con valentía, aunque sus fallos no siempre nos agraden.
Porque no necesitamos jueces que piensen como nosotros, sino jueces que piensen con rigor, honestidad y compromiso con el pueblo.
Ni sumisión ni simulación
Ni partidos silenciosos ni jueces serviles. Lo que necesita México es un sistema judicial con jueces libres, formados, éticos, y actores políticos responsables, vigilantes y respetuosos de la autonomía judicial.
Y necesita también una ciudadanía crítica, activa, que no confunda imparcialidad con pasividad, ni independencia con impunidad.
Los jueces deben estar del lado de la justicia, no de la ideología ni del poder. Y los partidos, del lado de la transparencia, no del reparto. Sólo así avanzaremos hacia una justicia verdaderamente popular, no manipulada ni lejana.