En una apuesta por la modernización del sistema de identificación nacional, México se prepara para implementar la CURP biométrica, un nuevo documento que busca garantizar la autenticidad de la identidad ciudadana en todos los ámbitos de la vida pública y privada.
A diferencia de los debates que usualmente se polarizan en torno a todo lo que propone el gobierno, esta medida merece ser analizada con seriedad, observando sus avances, sus retos y las experiencias internacionales que la respaldan.
La CURP (Clave Única de Registro de Población) ha existido desde hace décadas como un código alfanumérico que permite identificar de forma irrepetible a cada persona en México.
Podría interesarte leer: Sheinbaum impulsa reforma electoral para recortar recursos al INE.
Sin embargo, en su formato actual, la CURP es limitada: no cuenta con datos biométricos y, en la práctica, ha sido desplazada como identificación oficial por la credencial del INE diseñada para votar pero no para identificarse ante todo trámite. Con las reformas aprobadas recientemente a la Ley General de Población y otras normativas, esto cambiará de forma sustancial.
La CURP biométrica integrará no sólo nombre, clave, fecha y lugar de nacimiento, sino también elementos biométricos como huellas dactilares de ambas manos, escaneo del iris y fotografía facial. Toda esta información estará codificada en un sistema digital único, con un código QR que permitirá validar en segundos la autenticidad del documento en bancos, hospitales, oficinas gubernamentales, y más.
De esta manera, la CURP biométrica se convertirá en el nuevo documento oficial para identificación en trámites cotidianos.
Según lo ha confirmado la senadora Margarita Valdéz, presidenta de la Comisión de Gobernación del Senado, la credencial del INE conservará su función como instrumento para votar, pero dejará de ser el documento de referencia para trámites administrativos.
Esta separación de funciones podría ayudar a depurar y reforzar ambos sistemas: por un lado, el electoral; por otro, el de identidad ciudadana.
Más allá de su uso cotidiano, la CURP biométrica tiene un objetivo humanitario: ayudar en la búsqueda de personas desaparecidas. Al contar con una base de datos biométrica unificada, las autoridades podrán agilizar los procesos de identificación y localización en casos de desapariciones forzadas, un problema dolorosamente vigente en México.
La implementación comenzó como prueba piloto en el estado de Veracruz, y se prevé que se extienda de forma gradual al resto del país durante el segundo semestre de 2025, una vez que se publique el decreto en el Diario Oficial de la Federación y transcurran los 90 días previstos por la ley.
El modelo no es exclusivo de México
La digitalización de la identidad no es una ocurrencia aislada ni improvisada. Países como India, Estonia, Argentina, Chile y Ghana han implementado sistemas similares.
En India, el programa Aadhaar ha registrado a más de 1,300 millones de personas con datos biométricos, siendo el sistema de identidad más grande del mundo. Si bien ha generado controversias por el uso de los datos, también ha sido clave para la distribución de subsidios sociales de manera más eficiente y sin intermediarios.
En Estonia, la identidad digital ha sido la piedra angular de un modelo estatal casi completamente electrónico, en donde el 99% de los servicios públicos están disponibles en línea. Este sistema ha logrado reducir tiempos, costos y corrupción.
Argentina y Chile cuentan con sistemas de identificación biométrica que se integran a sus registros civiles y permiten realizar trámites con una validación más segura. En el caso de Ghana, la tarjeta biométrica nacional ha sido fundamental para combatir fraudes en elecciones y transferencias bancarias.
Cada país ha enfrentado desafíos técnicos y éticos, pero también han reportado beneficios como el ahorro burocrático, el combate a la falsificación de documentos y el fortalecimiento de los servicios públicos.
¿Cuáles son los riesgos?
No todo es avance sin reservas. Las preocupaciones en torno a la protección de datos personales y la ciberseguridad son legítimas. Especialistas advierten que si bien la biometría puede hacer más difícil la falsificación de identidades, también plantea nuevos riesgos: el robo o mal uso de los datos digitales.
Sectores vulnerables como adultos mayores, personas en situación de pobreza o infancias hiperconectadas podrían ser blanco fácil de fraudes si no existe un acompañamiento educativo y tecnológico. Por ello, es fundamental que el Estado garantice no sólo la implementación del sistema, sino también su resguardo seguro y técnico.
Una oportunidad para construir confianza
La CURP biométrica es, en esencia, una herramienta. Como tal, su valor dependerá del uso que se le dé. Si se implementa con transparencia, seguridad y acompañamiento ciudadano, puede representar un paso importante hacia un México más moderno y funcional, donde cada persona tenga una identidad digital única, protegida y útil para una vida más sencilla y segura.
A diferencia de lo que dice la oposición irracional, creemos que el riesgo no es tener un Estado observador, eso es absurdo e irracional en el México de hoy. Pero sí hay riesgo de que funcionarios públicos puedan vender los datos a criminales. Por eso es imprescindible un mecanismo de seguridad total.