La nueva marcha de la Generación Z que no fue

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Marcha con poca asistencia avanzando por Paseo de la Reforma en la Ciudad de México, con grupos dispersos de manifestantes y amplio espacio vacío alrededor.
La escasa asistencia a la marcha autodenominada de la “Generación Z” evidenció la brecha entre la juventud real y los discursos que intentan hablar en su nombre.

La marcha de este domingo 14 de diciembre de 2025 convocada nuevamente por un grupo que se autodenomina Generación Z volvió a fracasar. La asistencia fue de apenas alrededor de 250 personas, el recorrido se acotó y el impacto social fue prácticamente nulo. Sin embargo, reducir el análisis al número de asistentes sería quedarse en la superficie.

Lo ocurrido no es un simple error de logística ni un episodio aislado. Es, más bien, el síntoma visible de la dificultad de ciertos sectores opositores derechistas para comprender a la juventud real, su incapacidad para construir liderazgos intelectuales creíbles y su imposibilidad de articular una narrativa política que dialogue con el México que hoy existe, no con el que recuerdan o desean.

Una marcha sin cuerpo social

La tercera convocatoria fallida dejó un mensaje contundente: no existe un sujeto social amplio dispuesto a movilizarse bajo la bandera de la derecha. En Paseo de la Reforma, el número de asistentes apenas rondó unos cientos al inicio y se redujo a decenas hacia el final. No hubo adhesión ciudadana, no se sumaron jóvenes durante el trayecto y la protesta se diluyó muy pronto.

Más allá de consignas, mantas o símbolos, la marcha no logró convertirse en expresión social. Y cuando la calle no responde, no siempre se trata de apatía: muchas veces es incredulidad.

La incapacidad de convocatoria no es casual

Durante décadas, la protesta callejera fue el termómetro principal del descontento social. Hoy ya no lo es automáticamente. La sociedad mexicana —y particularmente los jóvenes— evalúan las convocatorias no solo por la causa que dicen defender, sino por quién convoca, desde dónde habla y con qué horizonte.

La incapacidad de convocatoria observada en esta marcha revela una verdad incómoda: no basta con nombrar un problema real como la inseguridad o la violencia organizada para generar movilización, y menos aún cuando ese problema se presenta como evidencia automática del fracaso de un proyecto político que una parte importante de la población percibe como causado por la misma derecha.

El vacío más grave: la ausencia de liderazgos intelectuales

Más profundo que el error organizativo es el vacío intelectual que detrás de esta pretendida marcha. No se trata únicamente de recursos materiales, plataformas digitales o vocerías visibles, sino de algo más elemental: la falta de diagnósticos sólidos sobre el país que se pretende interpelar.

La oposición de derecha arrastra hoy una debilidad estructural: carece de liderazgos capaces de explicar con rigor por qué los problemas actuales serían consecuencia directa del proyecto de la 4T y no fenómenos heredados, complejos y de larga duración. Sin ideas claras, no hay movimiento. Solo hay ruido.

La Generación Z real en México

Uno de los errores más evidentes de esta convocatoria fue atribuirse la representación de una generación que no se reconoce en ella. La Generación Z mexicana, es decir los que nacieron aproximadamente entre 1997 y 2012, y que hoy en 2025 tienen entre 13 y 28 años, no es un bloque homogéneo, ni apático, ni mayoritariamente derechista, ni estructuralmente anti-4T.

Se trata de una generación con características particulares:

  • poco identificada con partidos políticos,
  • sensible a causas concretas más que a ideologías cerradas,
  • crítica de las instituciones, pero no es necesariamente opositora al gobierno,
  • más preocupada por el futuro laboral, la estabilidad y la viabilidad de su proyecto de vida que por la épica política tradicional.

La Generación Z no se moviliza como lo hicieron generaciones anteriores. Desconfía de liderazgos verticales, evita estructuras rígidas y no responde automáticamente a formatos heredados de protesta. Eso no la hace menos política; la hace distinta.

El problema es que quienes convocaron la marcha no entendieron esa diferencia.

¿Puede la oposición hablarle a la Generación Z?

Aquí aparece una pregunta clave que explica el fracaso: ¿existe compatibilidad real entre la Generación Z mexicana y la cúpula de la oposición activa? La respuesta, hoy, es ambigua en el mejor de los casos.

No hay un rechazo frontal, pero tampoco hay identificación. Las prioridades no coinciden, el lenguaje no empata y la experiencia histórica es distinta. Mientras la oposición sigue leyendo al país desde esquemas previos a la Cuarta Transformación, buena parte de los jóvenes evalúa el presente con criterios más pragmáticos: qué ha cambiado, qué sigue igual y qué es creíble como alternativa.

Sin identificación, no hay movilización. Y sin movilización, no hay movimiento.

No es el fin de la crítica, es el fin de la simulación

Nada de lo anterior implica negar los problemas reales del país ni eximir de responsabilidad al Estado. La violencia, la inseguridad y las desapariciones siguen siendo heridas abiertas que exigen respuestas más profundas y eficaces. 

Tampoco implica una defensa acrítica de la Cuarta Transformación, que enfrenta contradicciones internas y retos evidentes.

Pero sí obliga a reconocer una verdad política elemental: no se puede construir oposición relevante desde la simulación generacional ni desde diagnósticos desconectados de la realidad social.

Mientras ciertos sectores sigan intentando fabricar movimientos que existen más en el discurso que en la calle, las marchas seguirán fracasando. No por censura, ni por miedo, ni por indiferencia juvenil, sino por una razón más simple y más dura: porque no representan al país que dicen querer movilizar.

Ese es el verdadero desafío pendiente. Y también la discusión que apenas comienza.

Una ficha técnica de la Generación Z real

Generación Z: años de nacimiento y edades actuales

De manera ampliamente aceptada en estudios demográficos y sociológicos, la Generación Z está conformada por quienes nacieron aproximadamente entre 1997 y 2012.

Con base en eso, en 2025:

  • Edad mínima:
    Nacidos en 2012 → 13 años
  • Edad máxima:
    Nacidos en 1997 → 28 años

En términos prácticos: la Generación Z hoy abarca personas de entre 13 y 28 años.

Un matiz importante para el análisis político

No toda la Generación Z:

  • vota,
  • trabaja,
  • ni participa políticamente del mismo modo.

Podemos dividirla analíticamente en dos grandes subgrupos:

  • Generación Z menor (13–17 años):
    Aún en formación, sin derechos políticos formales, con participación principalmente cultural y digital.
  • Generación Z adulta (18–28 años):
    Ya vota, trabaja (muchos en condiciones precarias), estudia o combina ambas cosas, y empieza a tener contacto directo con decisiones estructurales del país.

Esto es clave porque muchas convocatorias fallan al hablarle a toda la Generación Z como si fuera un bloque político uniforme, cuando en realidad una parte importante aún no puede —ni quiere— participar en política formal.

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