Las encuestas globales suelen anunciar con estridencia quiénes son los presidentes más populares del mundo. Cifras altísimas de aprobación conviven con protestas callejeras, crisis económicas o acusaciones de autoritarismo. El reciente caso del presidente argentino Javier Milei —agredido con piedras y botellas durante un festejo público mientras sondeos lo ubican con aprobación elevada— muestra que la popularidad no siempre significa lo mismo, ni tiene la misma naturaleza en cada país.
Popularidad y aprobación: dos conceptos distintos
Conviene distinguir entre popularidad y aprobación de gestión. La primera se relaciona con la cercanía afectiva, la simpatía o el vínculo emocional entre el líder y el pueblo. La segunda mide si la ciudadanía considera que el presidente gobierna bien, aunque no necesariamente lo “quiera” o lo sienta cercano. Esa diferencia explica por qué algunos líderes tienen respaldo altísimo en las encuestas, pero enfrentan protestas masivas en las calles.
Nayib Bukele: eficacia y temor
- Nivel más frecuente: entre 85 % y 91 % de aprobación.
- Naturaleza: su popularidad se sustenta en resultados visibles: la drástica reducción de homicidios tras declarar la “guerra” a las pandillas. Es percibido como eficaz y cercano a la gente común, sobre todo a quienes sufrían la violencia diaria.
- Popularidad o aprobación: principalmente aprobación de gestión, aunque con un fuerte componente emocional que lo hace ser considerado el “presidente que puso orden”.
- Matices: su respaldo convive con denuncias de violaciones a derechos humanos, debilitamiento institucional y persecución a la prensa. Una parte de la gente lo admira; otra lo respalda por conveniencia o por miedo.
Javier Milei: ruptura y contradicción
- Nivel más frecuente: entre 50 % y 60 %, aunque algunos índices lo colocan por debajo del 40 %.
- Naturaleza: su fuerza proviene de ser percibido como el “anti-sistema”, el presidente que rompió con la clase política tradicional. Su estilo libertario y provocador despierta pasiones y odios.
- Popularidad o aprobación: más popularidad simbólica que aprobación de gestión. Muchos lo respaldan porque “no es como los de antes”, no porque apoyen sus políticas económicas.
- Matices: sus medidas de austeridad golpean al ciudadano común, y los recientes escándalos han erosionado su imagen. En las calles enfrenta protestas que parecen incompatibles con sus altos números de aprobación.
Claudia Sheinbaum: eficacia y expectativa
- Nivel más frecuente: entre 70 % y 82 % de aprobación, dependiendo de la casa encuestadora.
- Naturaleza: su liderazgo se apoya en políticas sociales, defensa de la soberanía frente a presiones externas y un estilo sereno y pragmático. No es una figura carismática en el sentido tradicional, pero se le reconoce capacidad y continuidad de la llamada Cuarta Transformación.
- Popularidad o aprobación: fundamentalmente aprobación de gestión, más que un vínculo afectivo masivo. La gente confía en que gobierna bien, aunque no siempre despierte fervor.
- Matices: fortalece la cercanía a través de programas sociales, aunque sus reformas centralizadoras han despertado recelos en la derecha por el riesgo de concentración de poder.
Narendra Modi: nacionalismo y orgullo
- Nivel más frecuente: 75 %, el líder democrático mejor evaluado en rankings globales.
- Naturaleza: su popularidad se basa en una narrativa nacionalista de desarrollo y orgullo indio. Es percibido como el artífice de un país más fuerte en la arena internacional y de un crecimiento económico sostenido.
- Popularidad o aprobación: más aprobación de gestión, cimentada en logros y promesas de prosperidad. También incluye un componente simbólico de identidad nacional.
- Matices: despierta críticas por políticas que marginan a minorías y por su estilo cada vez más centralizador. Para sus seguidores, sin embargo, es el rostro del “nuevo India”.
Vladimir Putin: la popularidad de la crisis
- Nivel más frecuente: entre 70 % y 80 % de aprobación, según encuestas oficiales; cifras que críticos consideran infladas en un contexto de censura y represión.
- Naturaleza: su fuerza está ligada a la movilización patriótica en tiempos de guerra. Desde la invasión a Ucrania, su aprobación creció gracias al fenómeno conocido como rally around the flag.
- Popularidad o aprobación: principalmente aprobación circunstancial, no tanto cariño, sino respaldo pragmático ante un país en guerra.
- Matices: se refuerza en la narrativa de defensa nacional, pero oculta descontento social. La falta de libertad de prensa y la represión hacen difícil conocer el verdadero nivel de respaldo.
Los múltiples rostros del respaldo presidencial
Comparar popularidades sin contexto es un error. Bukele encarna la eficacia autoritaria; Milei, la ruptura simbólica; Sheinbaum, la gestión serena; Modi, el nacionalismo económico; Putin, la unidad en tiempos de guerra.
La popularidad presidencial no es un número universal: en algunos casos significa cariño genuino; en otros, miedo; en otros más, simple aceptación pragmática. A veces refleja esperanza, otras resignación, y en ocasiones sólo un espejismo alimentado por encuestas poco confiables.
En definitiva, la popularidad es un fenómeno poliédrico. No basta con citar cifras: hay que entender qué tipo de vínculo expresa entre gobernante y pueblo. Solo así se puede descifrar qué significa realmente que un presidente sea “popular”.