Las inversiones no están cayendo: lo que sí cae es la ética informativa

Gráfico estilizado de inversión creciente en México, contrastado con titulares alarmistas que anuncian un desplome inexistente.
Mientras algunos medios sostienen la narrativa del “desplome”, los datos oficiales muestran un crecimiento histórico de la inversión extranjera en México.

La afirmación de que la inversión privada y extranjera está cayendo bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum no se sostiene ni siquiera con una simple revisión seria de datos. Lo preocupante no es la cifra —que en vez de caer está creciendo en niveles récord— lo que preocupa es el uso político de la mentira para construir un clima artificial de desconfianza.

En Tejido Social tenemos una regla básica: antes de opinar, revisamos los datos. Y cuando los datos contradicen las narrativas instaladas en ciertos sectores mediáticos, lo decimos sin rodeos.

Esta es una de esas ocasiones. Durante semanas se ha repetido la frase —primero como insinuación, luego como sentencia— de que “con Claudia Sheinbaum están cayendo las inversiones privadas y extranjeras”. Esa afirmación es falsa. Y no basta con decir que “es falso”: hay que explicar por qué lo es y cómo se construyen estas narrativas.

La inversión no está cayendo. Los datos dicen lo contrario.

La inversión extranjera directa (IED) en México no sólo no ha caído: ha marcado cifras históricas en 2024–2025. Los capitales internacionales siguen viendo al país como destino seguro y competitivo. 

La confianza no se mide en opiniones ni en columnas opositoras: se mide en dólares depositados, en plantas abiertas, en ampliaciones de operación, en cadenas de suministro que se construyen para décadas.

Si la tesis de la “caída” fuera cierta, el primer síntoma sería una fuga de capitales o una contracción general. No la hay. Y eso, guste o no, desmonta la afirmación central del discurso opositor.

Entonces, ¿de dónde sacan “la caída”? De sectores aislados, sacados de contexto.

Es verdad que algunos sectores muestran retrocesos. Pero eso no demuestra un problema general. Demuestra algo mucho más básico: la economía no es uniforme, y cada sector responde a dinámicas propias.

Lo que no dicen esos medios es que las caídas sectoriales:

  • son normales en cualquier economía abierta;
  • obedecen a factores internacionales (demanda global, reconfiguración de cadenas, ajustes tecnológicos);
  • y están vinculadas a transiciones industriales, como la reorientación automotriz hacia autos eléctricos.

No son señales de un país en declive. Son síntomas de cambios globales que México —como todo país integrado al comercio internacional— debe gestionar.

La narrativa del derrumbe sirve a un propósito político, no a la verdad.

Aquí conviene hablar con claridad: quienes insisten en que “la inversión se desploma” no están informando; están operando un relato político.

¿Cómo funciona ese relato?

  1. Toman un dato parcial.
  2. Le quitan el contexto.
  3. Lo presentan como síntoma general.
  4. Lo insertan en un discurso de miedo diciendo que “no hay confianza”, “los empresarios huyen”, “México va hacia el precipicio”.

La técnica no es nueva, pero sí muy efectiva cuando se repite sin descanso. Por eso es indispensable contrastar, cruzar cifras, mirar tendencias, no titulares ni frases de comentaristas que no tienen empacho en mentir y mentir hasta que su auditorio lo crea como verdad.

La responsabilidad editorial es simple: decir la verdad aunque incomode

La economía mexicana tiene retos enormes: productividad baja, desigualdad persistente, informalidad que limita el crecimiento. Pero no tiene, al día de hoy, un problema de derrumbe de inversión. Afirmar lo contrario es faltar deliberadamente a la verdad.

Criticar al gobierno es legítimo. Inventar diagnósticos, no.

Y parte de nuestra identidad editorial es justamente esa: mirar antes de opinar; verificar antes de calificar; y exponer la mentira aunque venga disfrazada de análisis económico.

La discusión pública en México ya tiene demasiado ruido.

Nosotros elegimos contribuir con lo que falta: claridad basada en hechos.

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