Vivimos en una época en la que todo —desde las tareas escolares hasta las caricaturas— aparecen en una pantalla. Y aunque internet puede ser una herramienta maravillosa para aprender, explorar y hasta reír un rato, también puede convertirse en un lugar muy peligroso cuando los niños lo usan sin supervisión.
No se trata de prohibirles todo ni de crearles miedo, sino de tener los ojos bien abiertos. Porque a veces, sin darnos cuenta, les estamos abriendo la puerta a cosas que ni imaginaríamos.
El internet no tiene filtros… a menos que tú los pongas
Internet es como una ciudad inmensa: hay museos, escuelas, cines… pero también hay callejones oscuros, gente que miente, que se esconde, que busca aprovecharse. Y lo preocupante es que muchos niños navegan solos por ese mundo sin un mapa, sin compañía y sin saber a dónde no deben ir.
Puede que pienses: “Mi hijo sólo ve videos de juguetes o juega en línea con sus amigos”. Y probablemente sea cierto. Pero entre esos videos puede colarse contenido violento o sexual disfrazado de dibujos animados, y en esos juegos en línea puede haber adultos haciéndose pasar por niños.
No todo es lo que parece
Uno de los peligros más serios —aunque poco conocido— es el grooming. Es decir, adultos que se hacen pasar por otros niños para ganarse la confianza de los menores y luego manipularlos. Esto no ocurre sólo en películas; pasa todos los días, en redes sociales, chats de juegos o plataformas de video.
También está el ciberacoso, que no necesita golpes para doler. Comentarios crueles, burlas o amenazas por redes pueden afectar emocionalmente a los niños de formas profundas, incluso cuando nosotros, los adultos, no notamos nada raro.
Y ni hablar de los retos virales peligrosos, los contenidos extremistas, la desinformación y la dependencia a las pantallas. Todo esto existe, y puede estar a un clic de distancia.
No se trata de asustar, sino de acompañar
La buena noticia es que los niños no necesitan un policía encima, sino una guía. Padres, madres, abuelos, tíos… todos podemos ser esa guía si nos acercamos con interés y sin juicio. Basta con preguntar:
—¿Qué estás viendo?
—¿Quiénes son tus amigos en ese juego?
—¿Qué te gusta de ese canal?
Además, hoy existen herramientas sencillas para ayudarnos: controles parentales, filtros de contenido, temporizadores… pero sobre todo, el diálogo y la presencia.
¿Por qué no empezar con pequeñas acciones?
- Vean juntos sus videos favoritos y hablen sobre lo que ven.
- Pongan horarios para usar el celular o la tablet.
- Establezcan espacios sin pantallas (como a la hora de la comida o antes de dormir).
- Y sobre todo, escúchalos. Que sepan que pueden contarte cualquier cosa sin miedo.
Proteger su infancia también es cuidar lo que miran
En el fondo, todos queremos lo mismo: que nuestros hijos sean felices, que se sientan seguros, que tengan oportunidades. Y eso incluye aprender a moverse en el mundo digital con responsabilidad, con valores y con cariño.
Internet no es el enemigo. Pero como con todo, necesita límites. Y esos límites los marcamos nosotros, con amor y con atención.