Por la mínima no, pero casi. El 2-0 ante Surinam sirvió para tomar la cima del grupo, pero no para despejar las incógnitas que rodean al Tri.
La Selección Mexicana venció 2-0 a Surinam en un partido que debía resolverse con contundencia… y sin embargo, se resolvió con apenas lo justo. El marcador luce decoroso, pero el trámite del juego dejó más preguntas que respuestas, en un duelo que mostró las carencias de un equipo que sigue sin cuajar en la Copa Oro 2025.
El primer tiempo fue plano, insípido, y por momentos desesperante. La dupla en el ataque conformada por Julián Quiñones y Raúl Jiménez no conectó. Se buscaron poco y se entendieron menos. A ratos parecía que jugaban en sistemas distintos. El propio Quiñones, lejos de la explosividad que lo caracteriza, se diluyó entre líneas, y Jiménez, más estático, no logró jalar marcas ni asociarse. La ausencia de Santiago Giménez desde el arranque no pasó desapercibida.
Surinam, sin grandes nombres pero con orden y aplicación, logró aguantar sin demasiados sobresaltos los embates de un México predecible y sin profundidad. El descanso llegó con un 0-0 que pesaba más por lo que decía del funcionamiento del Tri que por el resultado mismo.
El segundo tiempo trajo algo más de claridad. México salió con mayor determinación, y fue entonces cuando apareció César Montes, no una sino dos veces, para destrabar un partido que parecía encaminarse al tedio. El que fue central del Almería y actual jugador del Lokomotiv de Moscú, marcó de cabeza al minuto 56 tras un tiro de esquina y volvió a anotar a los 62’, esta vez aprovechando un rebote en el área tras una jugada que inició con un tiro de esquina.
Con el 2-0, el equipo respiró, pero nunca terminó de mostrar una versión dominante. Los cambios llegaron: Giménez y Sepúlveda entraron buscando generar algo distinto, pero ni juntos ni por separado lograron cambiar el ritmo. A falta de creatividad desde el medio campo y sin una figura clara en la ofensiva, el peligro vino esporádicamente por las bandas y por errores del rival más que por méritos propios.
Un análisis del torneo: sin claridad, sin certeza
Con este triunfo, México suma su segunda victoria en el Grupo A de la Copa Oro y se coloca en primer lugar por diferencia de goles sobre Costa Rica, rival al que enfrentará el próximo domingo en Las Vegas para definir al líder del sector. Pero más allá de los números, lo que sigue sin aparecer es el estilo de juego.
La selección mexicana ha tenido un torneo irregular. Contra Martinica mostró chispazos, ante Surinam se impuso por jerarquía más que por futbol. El técnico sigue sin encontrar una alineación titular convincente ni un sistema que potencie a sus jugadores clave. Los relevos siguen sin pesar y las figuras siguen sin brillar.
La Copa Oro, con todo y su exigencia limitada en fase de grupos, debía ser una oportunidad para que el Tri recuperara identidad. Hasta ahora, el equipo gana, pero no convence. Y si el nivel mostrado ante selecciones de menor rango es este, el panorama luce complicado para las rondas decisivas.
Este domingo ante Costa Rica será la verdadera prueba: un rival con mayor oficio y experiencia, que pondrá en jaque la solidez defensiva y, sobre todo, la capacidad de México para generar futbol. Si hay un momento para reaccionar, es ahora.