Durante décadas, la migración irregular ha sido uno de los temas más complejos, sensibles y politizados en la relación entre México y Estados Unidos. Se ha hablado de “invasiones”, “crisis humanitarias”, “puertas abiertas” y “muros fronterizos”, pero ¿qué dicen realmente los datos? ¿Quién migra? ¿Por qué? ¿Y cómo ha cambiado este fenómeno en los últimos años?
Una migración que ha cambiado
A principios de 2025, las autoridades estadounidenses reportaron más de 61 mil encuentros con personas en situación migratoria irregular en la frontera suroeste. Aunque la cifra es significativa, representa una parte de un fenómeno mucho más amplio y con profundas raíces sociales, económicas y políticas.
El pico histórico del flujo irregular mexicano ocurrió en 2007, cuando se estimaba que había más de 12 millones de personas sin documentos en EE.UU., de las cuales más de la mitad eran originarias de México. Sin embargo, desde entonces esa cifra ha descendido, y para 2016 se estimaban 10.7 millones de inmigrantes irregulares en total, con una creciente proporción proveniente de otros países de Centroamérica, Asia y África.
Un perfil menos transitorio y más establecido
Una de las grandes transformaciones del fenómeno migratorio es el perfil del migrante irregular. Lejos de la imagen de quien cruza la frontera por unos meses para trabajar y volver, hoy la mayoría lleva más de una década en EE.UU.
Según datos del Observatorio de Migración Internacional (OMI), el 66 % de los inmigrantes irregulares tenía más de 10 años de residencia en 2017, y entre los mexicanos este porcentaje subía al 83 %. Esto apunta a una migración más establecida, con redes familiares, arraigo laboral y vínculos comunitarios.
¿Qué motiva la migración irregular?
Aunque las causas varían, los principales impulsores son consistentes:
- Búsqueda de mejores oportunidades económicas.
- Huida de contextos de violencia, inseguridad o persecución política, particularmente en países de Centroamérica.
- Reunificación familiar, especialmente cuando los trámites legales son lentos o restrictivos.
Además, cada vez es más común que la entrada al país no se dé cruzando ilegalmente la frontera, sino a través de visas temporales que después vencen y no se renuevan. Este tipo de migración —conocida como “overstay”— representa una proporción creciente del total de casos.
Contribuciones e impactos reales de la inmigración
Contrario a muchos estereotipos, diversos estudios en EE.UU. señalan que la población migrante indocumentada:
- Contribuye positivamente a la economía, mediante el pago de impuestos, consumo y productividad.
- No está asociada con aumentos en la criminalidad. De hecho, ciudades con políticas de inclusión migrante tienden a mostrar menores índices delictivos.
- Ocupa sectores laborales esenciales, especialmente en agricultura, construcción, limpieza y cuidado de personas.
Estas contribuciones contrastan con la precariedad legal en que viven muchas de estas personas, sometidas a explotación, miedo constante a la deportación y restricciones para acceder a derechos básicos.
México en medio de la ruta
México no sólo es país de origen; también es país de tránsito y retorno. Miles de migrantes cruzan su territorio buscando llegar a Estados Unidos, mientras que otros son deportados o devueltos bajo políticas migratorias de contención. Esto coloca a México en una posición delicada, con responsabilidades humanitarias y políticas que aún no se han resuelto de manera efectiva.
Conclusión: más luz, menos ruido
La migración irregular no es una amenaza abstracta ni una masa descontrolada, sino un conjunto de historias humanas impulsadas por necesidad, esperanza o sobrevivencia. Es un fenómeno que debe ser comprendido con datos, empatía y responsabilidad compartida.
Ni los muros, ni las políticas de miedo, ni las simplificaciones mediáticas han logrado resolver el fenómeno migratorio. Por el contrario, se necesita una visión integral que combine legalidad con humanidad, y política con justicia.