El 70 % de aprobación que registra Claudia Sheinbaum, según la encuesta más reciente de Buendía & Márquez para El Universal, revela más que un número: muestra el fracaso de la estrategia de la derecha mexicana, empeñada en desgastar al gobierno de izquierda a través de la mentira, la desinformación y la manipulación de datos.
Los opositores han hecho de los viajes, de los gastos y de cualquier error administrativo un estandarte de crítica, convencidos de que repetirlos hasta el cansancio abriría grietas en la confianza popular.
Sin embargo, la realidad ha desmentido esa narrativa torcida. El pueblo, que vive y siente en carne propia los programas sociales, las políticas de inclusión y el cambio de prioridades del Estado, mantiene su respaldo mayoritario al proyecto de la Cuarta Transformación.
No es un secreto que la derecha mexicana carece de un proyecto de nación convincente. Su discurso se reduce a la nostalgia del pasado neoliberal, al señalamiento superficial y a la difamación como estrategia.
Pero ni la política no se construye con calumnias, ni la confianza ciudadana se gana con el desprecio a la verdad. Mientras no logren articular una propuesta honesta, viable y cercana al pueblo, seguirán cosechando el mismo resultado: incredulidad, desconfianza y rechazo.
El 70 % de aprobación a Sheinbaum es un mensaje claro. No importa cuántos titulares se quieran torcer ni cuántas campañas de desprestigio se financien: la gente sabe distinguir entre propaganda y realidad. La calumnia, la mentira y la manipulación jamás serán buena estrategia política.
El país ha optado por un rumbo distinto y lo sostiene con su respaldo. Si la oposición quiere tener futuro, deberá abandonar la simulación y construir, por primera vez en mucho tiempo, un proyecto de nación con honestidad y arraigo popular. Mientras eso no ocurra, el pueblo seguirá confiando en el gobierno de izquierda.
