¿Por qué bostezamos? Ciencia detrás de un gesto tan común como enigmático

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Un bostezo suele parecernos algo simple: abrimos la boca, inspiramos profundamente y estiramos la mandíbula. Lo asociamos casi de inmediato con el cansancio, el sueño o incluso el aburrimiento. Pero, ¿qué sucede cuando alguien bosteza justo antes de hablar en público, de iniciar una competencia deportiva o de tocar en un concierto? ¿Qué tiene que ver el bostezo con el estrés… o con la empatía?

La ciencia lleva siglos intentando desentrañar el misterio del bostezo. Y aunque todavía no hay una respuesta definitiva, sí hay pistas interesantes sobre por qué lo hacemos y por qué, en ocasiones, resulta tan contagioso.

Una función fisiológica compleja

Desde el punto de vista más básico, el bostezo podría tener la función de regular la temperatura del cerebro. Sí, así como lo lees: algunos estudios científicos proponen que el acto de bostezar ayuda a refrescar el cerebro, lo que permite un mejor desempeño mental. El bostezo incluye una gran entrada de aire fresco, un estiramiento muscular que activa el flujo sanguíneo y una redistribución de temperatura. Es como si el cuerpo, al detectar que el cerebro se está “calentando” por el esfuerzo o la fatiga, tratara de enfriarlo para mantenerlo alerta.

Esta teoría ayuda a entender por qué bostezamos no sólo cuando estamos cansados, sino también cuando enfrentamos situaciones estresantes. Momentos antes de un reto importante, como una competencia o una exposición pública, nuestro cuerpo necesita estar en su punto óptimo, y un bostezo podría ser parte de ese ajuste biológico.

¿Y por qué es contagioso?

Aquí entra en juego un componente social y emocional fascinante: la empatía. El bostezo es uno de los pocos comportamientos reflejos que se contagia con solo ver, escuchar o incluso imaginar a otra persona bostezando. Este fenómeno parece estar relacionado con nuestras neuronas espejo, aquellas responsables de la imitación automática de acciones y emociones ajenas.

Diversos estudios han demostrado que el bostezo contagioso se da con mayor frecuencia entre personas que tienen un vínculo afectivo o social fuerte: familiares, amigos, compañeros de trabajo. Esto sugiere que el bostezo tiene también una función social, como si fuera una forma no verbal de sincronizar estados de ánimo o niveles de alerta dentro de un grupo.

Un comportamiento universal y aún misterioso

El bostezo no es exclusivo de los seres humanos: la mayoría de los mamíferos lo hacen, y en ellos también se han observado patrones similares de contagio. Sin embargo, sigue siendo un campo de estudio abierto. ¿Por qué los fetos bostezan dentro del útero? ¿Qué papel juega el bostezo en la evolución del comportamiento colectivo?

Hoy sabemos que bostezar no siempre significa aburrimiento ni ganas de dormir. Puede ser una forma en la que nuestro cuerpo regula su temperatura, se prepara para una tarea exigente o incluso se conecta con los demás. Así que la próxima vez que bosteces —o que alguien te contagie un bostezo— recuerda: detrás de ese gesto cotidiano hay una red fascinante de procesos biológicos y sociales.

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