La más reciente cumbre del grupo BRICS, celebrada en Río de Janeiro, puso de nuevo en el centro del debate internacional un tema que, aunque técnico en apariencia, tiene implicaciones políticas profundas: el surgimiento de un bloque de países emergentes que busca un mundo menos dominado por las potencias tradicionales.
Pero ¿qué es exactamente el BRICS? ¿Por qué ha provocado una reacción tan fuerte del presidente Donald Trump? ¿Y dónde queda México en todo esto?
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El origen del BRICS
BRICS es el acrónimo de un grupo formado originalmente por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Fue concebido a inicios del siglo XXI como una alianza informal de países con economías emergentes que, juntas, podrían tener un peso similar al de las potencias del G7 (Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Italia, Japón y Reino Unido).
Su propósito principal es claro: reequilibrar el poder económico y político global. Los BRICS cuestionan la hegemonía de organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial —controlados históricamente por Estados Unidos y Europa— y buscan construir un mundo más multipolar, donde las decisiones internacionales no estén en manos de unos pocos.
Con el paso de los años, el bloque ha ganado fuerza. En 2015 fundaron su propio banco, el Nuevo Banco de Desarrollo, y en 2023 comenzaron a expandirse, incorporando países como Arabia Saudita, Irán, Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Etiopía. Hoy, el BRICS es un grupo de 11 naciones que representa más del 40 % de la población mundial y una parte creciente del comercio global.
Trump: amenaza, aranceles y advertencias
Durante la reciente cumbre en Brasil, Donald Trump encendió las alarmas al lanzar una advertencia directa: cualquier país que se alinee con las “políticas antiestadounidenses” del BRICS será sancionado con un arancel adicional del 10 %. Más aún, según informó SWI, Trump amenazó con subir ese arancel hasta un 100 % si los BRICS intentan debilitar la supremacía del dólar, moneda que hoy domina el comercio y las finanzas mundiales.
La reacción de los líderes del BRICS no se hizo esperar. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, calificó la postura de Trump como “irresponsable” y “equivocada”, mientras que China y Rusia defendieron el derecho de los países emergentes a cooperar sin ser presionados por amenazas económicas.
En medio de todo esto, Lula fue claro en su mensaje: “No queremos un emperador. Somos países soberanos”.
¿Y México?
Aunque México no es miembro del BRICS, ha sido invitado como observador en varias ocasiones, incluyendo la cumbre más reciente. La presidenta Claudia Sheinbaum ha manifestado interés con una postura cauta, manteniendo firme la relación económica con Estados Unidos, pero también explorando posibilidades de cooperación con los BRICS en temas como salud, energía y desarrollo sustentable.
Durante la cumbre, el gobierno mexicano propuso iniciativas propias, como destinar el 1 % del gasto militar mundial al combate del cambio climático y al desarrollo social, y establecer una Cumbre del Bienestar. La intención es clara: México quiere participar en el debate global sin romper con sus principales socios comerciales.
Sin embargo, la cercanía del BRICS con potencias como China e Irán, así como su impulso a una moneda alternativa al dólar, lo colocan en el radar de la política exterior estadounidense como una amenaza, especialmente bajo la visión nacionalista y proteccionista de Trump.
¿Qué puede venir?
Es probable que el BRICS se convierta en uno de sus principales antagonistas. Donald Trump ha demostrado estar dispuesto a usar sanciones y aranceles como herramienta de presión. Esto podría generar tensiones para países como México, que dependen profundamente del comercio con Estados Unidos, pero que también buscan ampliar sus horizontes internacionales.
En ese escenario, la diplomacia mexicana tendría que caminar por la delgada línea entre la lealtad comercial a Estados Unidos y la necesidad estratégica de diversificar sus relaciones con otras potencias. Una tarea nada fácil, pero inevitable en un mundo cada vez más multipolar.