Por la Redacción de TejidoSocial.Mx – Salud y Bienestar
Cuando hablamos de ejercitarnos al aire libre, la pregunta inevitable es: ¿qué es mejor para la salud, caminar, trotar o correr? Aunque podría parecer que la respuesta está en la intensidad o en la cantidad de calorías quemadas, la realidad es más compleja y, sobre todo, más personal.
La edad, el peso, las condiciones médicas, el entorno en el que se vive y hasta el clima pueden hacer que lo mejor para uno no lo sea para otro. Aquí lo abordamos desde una perspectiva integral, con respaldo científico y con sentido común.
Caminar: el punto de partida
Caminar es mucho más que un pasatiempo de adultos mayores o de quienes “no hacen ejercicio”. Es una de las formas más efectivas de mantenerse activo sin poner en riesgo las articulaciones, y con beneficios comprobados para la salud física y mental. Caminar con regularidad disminuye el riesgo de enfermedades como diabetes tipo 2, hipertensión, algunos tipos de cáncer, ansiedad y depresión, según estudios del New York Times y otras publicaciones científicas.
Si caminas con ritmo —tan rápido que aún puedas hablar, pero no cantar— entras en una zona de actividad moderada que fortalece el corazón y mejora el metabolismo. Esto es especialmente importante para personas mayores, con sobrepeso, o que padecen enfermedades crónicas.
Trotar: un punto medio con grandes beneficios
Para quienes ya tienen una base de actividad física y desean ir un paso más allá, el trote es una opción intermedia que permite obtener beneficios cardiovasculares mayores sin el impacto intenso del correr rápido.
Trotar a paso suave mejora el VO₂ máx (capacidad de oxigenación), la resistencia y la salud mental. Además, estudios como el realizado en Taiwán con más de 400 mil adultos, han demostrado que trotar incluso cinco minutos al día puede tener efectos notables en la esperanza de vida.
Sin embargo, trotar sigue siendo una actividad de impacto. Es recomendable para personas que no tengan lesiones articulares ni condiciones de riesgo, y que puedan ir avanzando poco a poco desde la caminata rápida.
Correr: más resultados, pero también más exigencia
Correr consume más calorías, mejora más rápido la capacidad aeróbica y activa con mayor intensidad la musculatura. Para muchas personas es una excelente forma de liberar estrés, mejorar el estado de ánimo y lograr objetivos de condición física en menos tiempo. Pero correr no es para todos ni en cualquier momento de la vida.
El impacto repetido puede afectar rodillas, tobillos y caderas si no se tiene una buena técnica, un calzado adecuado, o si se tiene sobrepeso o alguna lesión previa. Además, correr en zonas inseguras o mal iluminadas —algo lamentablemente común en muchas ciudades— puede poner en riesgo a la persona más allá de lo físico.
Por eso, antes de correr, es fundamental consultar al médico si se tiene alguna enfermedad crónica, se toman medicamentos cardiovasculares o se ha estado inactivo durante mucho tiempo. Incluso los corredores con experiencia deben volver de a poco después de un descanso prolongado.
Factores a considerar: no se trata sólo del ejercicio
Elegir entre caminar, trotar o correr no puede separarse del contexto. Aquí algunos factores clave:
- Edad y peso: Las personas mayores o con sobrepeso severo deben comenzar siempre caminando y, si se sienten bien, considerar aumentar la intensidad.
- Clima: En zonas de calor extremo, como algunas regiones de México en verano, es preferible caminar temprano o al atardecer para evitar golpes de calor.
- Seguridad: Las zonas inseguras o mal iluminadas no son recomendables para correr ni trotar. Mejor hacer caminatas en grupo o en parques públicos.
- Condición física previa: Si nunca has hecho ejercicio o llevas años sin hacerlo, empieza caminando 20 minutos diarios. Ya con eso se logran mejoras significativas.
¿Entonces cuál es mejor?
La mejor actividad es aquella que puedes hacer de forma constante y segura. Si caminas con constancia y entusiasmo, y lo haces parte de tu vida diaria, tu salud lo agradecerá. Si puedes trotar o correr sin lastimarte, también.
Pero no se trata de competir ni con otros ni con uno mismo. Como dice la fisióloga Alyssa Olenick: “El mayor beneficio ocurre cuando se pasa de nada a un poco”.
Una mezcla equilibrada puede ser lo ideal: caminar algunos días, trotar o correr otros, subir cuestas cuando puedas, o incluso hacer ejercicios en casa si no tienes dónde salir.
Lo importante es moverte, a tu ritmo, sin forzar tu cuerpo y sin olvidar que el ejercicio no es castigo, sino autocuidado.
En resumen, no existe una única respuesta a qué es mejor entre caminar, trotar o correr. Hay personas para quienes correr puede ser una bendición y otras para quienes sería un riesgo innecesario.
Escucha a tu cuerpo, consulta a tu médico si tienes dudas, y elige lo que te permita mantenerte activo todos los días, sin dolor y con alegría. Porque al final, la constancia le gana a la intensidad.
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