El domingo 20 de julio, cientos de personas participaron en la segunda marcha contra la gentrificación en la Ciudad de México, una protesta que buscó visibilizar el impacto social del crecimiento inmobiliario descontrolado en zonas populares, como el alza de rentas, el desplazamiento de comunidades históricas y la mercantilización del espacio urbano.
La movilización arrancó poco antes de las 14:00 horas en Avenida Insurgentes, avanzó por zonas como El Caminero y Perisur, y concluyó en Ciudad Universitaria.
Durante el recorrido, los manifestantes denunciaron que las políticas urbanas actuales priorizan intereses comerciales y turísticos por encima del derecho a la vivienda digna.
Se exigió una Ley Inquilinaria, la cancelación de megaproyectos como el de Fuentes Brotantes, y nuevas formas de gestión comunal del territorio, en especial en Santa Úrsula Xitla.
El proyecto Fuentes Brotantesb incluye la construcción de 52 viviendas con 147 cajones de estacionamiento en el parque Fuentes Brotantes y contempla el uso de un terreno que abarca 9 mil 500 metros cuadrados en uno de los pulmones más grandes de la Ciudad de México.
Sin embargo, la jornada también estuvo marcada por incidentes violentos. Elementos del llamado “bloque negro” realizaron pintas, rompieron vidrios y vandalizaron estaciones del Metrobús.
Ya en Ciudad Universitaria, un grupo se desprendió del contingente principal y causó destrozos en el Centro Cultural Universitario, dañando instalaciones como el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) y la librería Julio Torri.
La UNAM condenó enérgicamente los hechos, subrayando que la violencia no puede ser vía de expresión.
Aunque las autoridades capitalinas reportaron saldo blanco, se atendió a al menos una persona herida y se registraron daños menores en mobiliario urbano.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana escoltó la manifestación sin portar armas y con presencia de observadores de derechos humanos.
La protesta, que reunió a cerca de 600 personas, reabrió el debate sobre la necesidad de políticas de vivienda inclusivas, pero también sobre los límites de la protesta social y el uso de la violencia como medio de presión.