Washington, D.C. | 28 de junio de 2025
El Senado de Estados Unidos dio esta semana un giro inesperado en el debate sobre el impuesto a las remesas, al proponer que la tasa sea de apenas 1 %, en lugar del 3.5 % que ya había sido aprobado por la Cámara de Representantes. La iniciativa forma parte del paquete fiscal impulsado por el presidente Donald Trump y se espera que se vote este domingo.
El cambio fue recibido con alivio por organizaciones de migrantes, pero no deja de generar preocupación: muchos consideran que el impuesto sigue siendo injusto, porque recae directamente sobre quienes más esfuerzo hacen por enviar dinero a sus familias, a menudo desde empleos precarios y con condiciones difíciles.
Aunque la propuesta suavizada establece que no se cobraría el impuesto cuando las remesas se envíen desde cuentas bancarias o tarjetas de crédito emitidas en EE.UU., sigue afectando principalmente a quienes no están bancarizados o no tienen un estatus migratorio regular. Es decir, a quienes menos opciones tienen.
La justificación oficial del gobierno es que este gravamen ayudaría a financiar otros programas federales, incluyendo infraestructura fronteriza, seguridad interna y planes migratorios más agresivos. De hecho, el propio presidente Trump ha defendido públicamente el impuesto como una forma de que “otros países paguen por la seguridad de Estados Unidos”. En un mitin reciente, insistió: “Vamos a imponer un impuesto a las remesas porque no podemos seguir regalando dinero sin que nadie más aporte”.
Pero sus críticos aseguran que este impuesto no afecta a gobiernos, sino a familias. “Es una medida profundamente injusta”, señaló un legislador del caucus hispano, organización de miembros demócratas del Congreso de los Estados Unidos de ascendencia hispana y latina, en declaraciones a El País. “Lo que se envía en remesas no es lujo, es comida, escuela, medicina para familiares que dependen de ese dinero”.
Además, analistas han advertido que este tipo de impuestos podría empujar a las personas a usar métodos informales de envío de dinero o criptomonedas, lo que no solo dificultaría la fiscalización, sino que podría exponer a los usuarios a fraudes y pérdidas.
El proyecto con la nueva tasa del 1 % será sometido a votación este domingo. Si se aprueba en el Senado, deberá regresar a la Cámara de Representantes, donde ya se había aceptado una tasa más alta, por lo que se anticipa un debate intenso en los próximos días.
Desde México, la cancillería ha expresado su preocupación y, aunque celebró la reducción de la tasa, reiteró que insistirá en que no debe haber ningún impuesto a las remesas. La presidenta Claudia Sheinbaum, por su parte, ha dicho que este tipo de medidas no son propias de países aliados, y que castigar el esfuerzo de los migrantes no es justo bajo ninguna perspectiva.
En 2024, las remesas enviadas desde EE.UU. a México sumaron más de 60 mil millones de dólares. Para muchas comunidades, ese dinero representa la diferencia entre sobrevivir o caer en la pobreza. Por eso, aunque una tasa del 1 % suene menor, sigue siendo motivo de indignación entre quienes saben lo que cuesta ganarse cada dólar en el extranjero.