El sismo de magnitud 6.1 que sacudió Lima la mañana del domingo 15 de junio no sólo provocó la alerta de protección civil y revivió viejos temores entre los peruanos; también desató un acalorado debate en redes sociales, luego de que una pastora evangélica interpretara el fenómeno como una “señal divina”.
El temblor ocurrió a las 11:35 a.m. y tuvo su epicentro a 30 kilómetros al suroeste del puerto del Callao, según el Instituto Geofísico del Perú. Aunque no se reportaron víctimas fatales ni daños graves, la intensidad fue suficiente para movilizar a miles de personas hacia zonas de seguridad.
Sin embargo, en un pequeño templo del distrito limeño de San Martín de Porres, la reacción fue diametralmente opuesta. “¡Más fuerte, Padre, más fuerte, aleluya!”, gritó la pastora Nélida Rojas, quien en lugar de evacuar a los fieles, instó a continuar el culto con más ímpetu, convencida de que “la presencia del Señor se manifestaba con poder”. Su reacción quedó grabada en video y rápidamente se viralizó.
Una celebración que divide
Las imágenes muestran a los feligreses exaltados, algunos entre lágrimas, otros danzando o clamando en lenguas, mientras el sismo todavía se percibía. La escena, que para algunos fue un acto de fe y entrega total, fue para otros una muestra peligrosa de fanatismo religioso.
Las redes sociales no tardaron en polarizarse. En X (antes Twitter), el video acumuló miles de reacciones en pocas horas. Algunos usuarios la aplaudieron como una mujer de fe “que no teme a nada porque confía en Dios”, mientras que otros la señalaron como irresponsable por poner en riesgo la vida de sus feligreses al ignorar las recomendaciones de evacuación.
“Una cosa es tener fe, otra es no tener sentido común”, escribió una usuaria. “Dios también nos dio inteligencia y normas de seguridad”, agregó otro comentario.
La fe y la naturaleza: entre la interpretación y la ciencia
El caso de la pastora Rojas no es aislado. En muchos contextos religiosos, los fenómenos naturales se interpretan como mensajes o manifestaciones de lo divino. En particular, en ciertas ramas del cristianismo evangélico, se cree que Dios se comunica también a través de la naturaleza, ya sea con bendiciones o advertencias.
“Para nosotros, nada pasa sin el permiso de Dios”, dijo en entrevista posterior la propia pastora. “Este sismo fue un llamado a despertar espiritualmente, una sacudida de lo alto, y nosotros lo recibimos con alabanza”.
Sin embargo, desde sectores académicos y religiosos más moderados, se advierte sobre los peligros de este tipo de discursos. “Espiritualizar los desastres naturales puede conducir a minimizar los riesgos, a negar las medidas de prevención o incluso a justificar tragedias”, explicó el sociólogo religioso Juan Carlos Huamán, de la Universidad Católica del Perú.
Una oportunidad para reflexionar
El episodio ha puesto nuevamente sobre la mesa el debate sobre el papel de la religión en contextos de emergencia, la delgada línea entre fervor y fanatismo, y la responsabilidad de los líderes religiosos frente a sus comunidades.
Más allá del caso específico de la pastora Nélida Rojas, la controversia invita a reflexionar: ¿hasta dónde puede y debe llegar la interpretación espiritual de los fenómenos naturales? ¿Es posible mantener la fe viva sin renunciar al criterio, la prudencia y la ciencia?
Mientras el país evalúa los efectos del sismo y se activan los protocolos de revisión estructural en diversas zonas, la sacudida parece haber sido también espiritual. Porque si algo dejó claro este domingo en Lima es que, cuando la tierra tiembla, no sólo se mueven los edificios, sino también las creencias, los juicios y los ánimos de toda una sociedad.