
Ciudad de México, 9 de octubre de 2025
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, informó este miércoles que Israel y Hamás “firmaron la primera fase” del acuerdo de paz para Gaza propuesto por su administración.
Aunque lo ideal habría sido escuchar tal anuncio de boca del primer ministro Benjamin Netanyahu o de un portavoz palestino, Trump ha vuelto a colocarse en el centro de la escena, confirmando que su influencia sobre las decisiones de Israel sigue siendo significativa.
A pesar de no ocupar un cargo oficial, Trump mantiene una red de aliados dentro del gobierno israelí y del Partido Republicano estadounidense, lo que le permite actuar como un mediador paralelo en un conflicto que lleva dos años de destrucción y más de 200 mil víctimas civiles.
El protagonismo de Trump no es nuevo: ya en otras ocasiones ha proclamado el inicio de la paz en Gaza, aunque los hechos no han acompañado a sus declaraciones.
Esta vez, sin embargo, los diplomáticos confirman que sí existe un documento de entendimiento impulsado por Egipto, Qatar y Turquía, que establece una primera fase de alto al fuego, intercambio de prisioneros y apertura de corredores humanitarios.
De confirmarse este acuerdo por las partes directamente involucradas, sería el primer avance tangible hacia una tregua desde el inicio de la ofensiva israelí en 2023.
Más allá de las intenciones de Trump, el anuncio refleja que la paz comienza a ser tema de negociación efectiva. Lo lamentable es que, como tantas veces, el destino de Gaza sigue dependiendo más de las potencias externas que de los pueblos que habitan la región.
Si el protagonismo de Trump sirve, aunque sea por cálculo político, para abrir una puerta a la reconciliación, bienvenido sea. Pero la paz verdadera —esa que nace del reconocimiento mutuo y no de la imposición— aún está por nacer.