Trump y Netanyahu lanzan ultimátum a Hamas con plan de paz para Gaza

El ultimátum lanzado por Donald Trump y Benjamin Netanyahu a Hamas revela un enfoque unilateral que subordina el futuro de Gaza a intereses externos, ignorando el principio de autodeterminación de los pueblos y el reconocimiento internacional de Palestina como Estado.

Washington| 30 de septiembre 2025

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, junto a Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, anunció un plan definitivo de paz para Gaza, siempre con un discurso de seguridad férrea frente a Palestina.

El plan plantea un “alto al fuego” condicionado al desarme y renuncia política del movimiento islamita Hamas, la organización que gobierna en Gaza desde 2007, surgida como grupo de resistencia frente a la ocupación israelí. 

La administración del enclave sería entregada a un comité tecnocrático bajo una “junta de paz” presidida por el propio Trump. Se trata de un esquema que reproduce la lógica colonial: las grandes potencias deciden qué se hace con un territorio sin dar voz a sus habitantes.

La participación de Tony Blair, ex primer ministro británico (1997-2007) recordado por avalar junto a George W. Bush la invasión ilegal a Irak en 2003, solo acrecienta la desconfianza. Como señaló el político británico Jeremy Corbyn, exlíder del Partido Laborista y referente de la izquierda, “no corresponde a Blair, Trump ni a Netanyahu decidir el futuro de Gaza. Eso corresponde al pueblo palestino”.

Entre la paz y la imposición

El plan llega en un contexto de devastación: más de 66 mil palestinos muertos, en su mayoría civiles, durante casi dos años de guerra. Bajo el discurso de “terminar con el conflicto”, la iniciativa busca cumplir propósitos israelíes: desmantelar a Hamas, impedir su participación política y asegurar la permanencia del control militar israelí en Gaza.

Netanyahu fue claro al afirmar que Israel mantendrá “su responsabilidad sobre la seguridad” en el enclave y que la Autoridad Nacional Palestina (ANP) —el gobierno autónomo creado en 1994 tras los Acuerdos de Oslo, que administra parcialmente Cisjordania— solo podría intervenir si emprende “cambios radicales”. En otras palabras, se excluye cualquier opción real de autonomía palestina.

La respuesta internacional

Mientras Estados Unidos y algunos países europeos como Francia e Italia aplaudieron el plan, otras voces lo consideran un retroceso. Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia y referente internacional de la izquierda crítica al neoliberalismo, lo calificó como “ridículo y peligroso para la paz mundial”. 

Varoufakis advirtió que constituye una anexión de facto de Gaza, además de desconocer la orden de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) —el máximo tribunal de la ONU— que en junio de 2024 mandató a Israel retirarse de los territorios ocupados, incluyendo Gaza.

Al mismo tiempo, el reconocimiento del Estado palestino avanza en la Asamblea General de la ONU, con más de 150 países —incluido México— apoyando la causa. Este contraste evidencia que existe una mayoría internacional que apuesta por el derecho de Palestina a existir como nación independiente, frente a los intentos de reducirla a una tutela extranjera.

Gaza y el derecho a decidir

El dilema actual no es solo cómo detener la guerra, sino quién define el futuro de Gaza. La autodeterminación de los pueblos es un principio irrenunciable del derecho internacional. Pretender que un comité tecnocrático impuesto por potencias extranjeras administre el enclave palestino es desconocer la voluntad y la dignidad de millones de personas.

La paz verdadera no nacerá de planes dictados desde Washington o Tel Aviv, sino de reconocer plenamente a Palestina como Estado soberano, respetar sus fronteras y garantizar la seguridad de todos sus habitantes, incluidos los israelíes. Solo así se abrirá un camino real hacia la reconciliación y la justicia.

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