Anchorage, Alaska.— Las conversaciones entre Donald Trump y Vladimir Putin concluyeron en Alaska sin que se alcanzara un acuerdo sobre el cese de hostilidades en Ucrania. Tras más de dos horas de reunión en un formato ampliado con sus principales asesores, ambos líderes se despidieron con gestos diplomáticos, pero sin compromisos concretos. La guerra sigue, y el mundo se pregunta: ¿qué sigue?
Un desenlace sin sorpresas
Ni un alto al fuego inmediato ni un marco de negociación duradero surgieron de este primer cara a cara desde 2018. Trump, que había prometido no aceptar menos que un cese al fuego, admitió que no hubo acuerdo. Putin, satisfecho con el solo hecho de ser recibido de nuevo como interlocutor central por Washington, se limitó a calificar el diálogo de “constructivo”.
Para Ucrania y Europa, la conclusión refuerza los temores de que Trump busque más un logro mediático que un avance real. Zelenskiy reaccionó con frialdad, reiterando que cualquier proceso de paz requiere la participación directa de Kiev.
Las preguntas abiertas
- ¿Habrá más reuniones?
Trump dejó entrever que está dispuesto a un nuevo encuentro, pero advirtió que solo ocurrirá si hay señales reales de avance. No hay fecha definida ni compromiso firmado. - ¿Qué hará Ucrania?
Zelenskiy insistirá en un formato trilateral que garantice la voz ucraniana. Si eso no ocurre, Kiev buscará reforzar su vínculo con la Unión Europea y la OTAN para evitar quedar marginado de la negociación. - ¿Cuál será la estrategia de Europa?
Bruselas y Berlín presionan para no permitir que la cumbre sea interpretada como un aval implícito a la ocupación rusa. El temor es que un “congelamiento” del conflicto consolide el statu quo en favor de Moscú. - ¿Se endurecerá la presión sobre Rusia?
Trump amenazó con sanciones más severas si Putin no muestra voluntad de avanzar. Sin embargo, no precisó en qué consistirían ni cómo evitar que esas medidas afecten a aliados europeos. - ¿Ganó Putin terreno simbólico?
Aunque sin logros prácticos, el presidente ruso salió del aislamiento diplomático. Su imagen junto a Trump en Alaska es ya una victoria propagandística hacia dentro de Rusia y frente a su bloque de aliados.
Lo que sigue
En términos inmediatos, lo que sigue es la diplomacia silenciosa: contactos entre cancillerías, declaraciones cautas y maniobras de presión económica. El camino hacia una paz real parece aún lejano. La gran pregunta es si Trump utilizará esta primera cita como trampolín para construir una negociación trilateral con Ucrania o si, por el contrario, se conformará con un resultado simbólico que beneficie a Moscú más de lo que ayude a Kiev.
La cumbre de Alaska mostró que la foto ya está tomada, pero la paz sigue pendiente. El tablero diplomático queda abierto, con un riesgo latente: que el “diálogo” se convierta en excusa para consolidar la guerra en los términos de Rusia.