Anchorage, Alaska.— Con un despliegue de alfombra roja, escolta militar y símbolos de poder, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibió este viernes al mandatario ruso, Vladimir Putin, en la Base Conjunta Elmendorf-Richardson de Anchorage. Se trata de la primera reunión bilateral exclusiva entre ambos desde Helsinki en 2018, ahora con un tema central: la guerra en Ucrania.
El encuentro arrancó con la intención declarada de Trump de buscar un cese inmediato de hostilidades. “No estaré feliz si no conseguimos un alto al fuego”, advirtió el presidente estadounidense, en una declaración que refleja la urgencia con la que desea presentar un logro diplomático.
Putin, por su parte, adoptó un tono más prudente, al señalar que ve a Trump como un “vecino” con quien es posible mantener un diálogo constructivo, aunque desde Moscú se filtró que el ambiente previo era “combativo”.
Expectativas divididas
La reunión pasó de un formato uno a uno a un encuentro más amplio: Trump acompañado por su secretario de Estado Marco Rubio y su enviado especial Steve Witkoff; Putin respaldado por su canciller Sergey Lavrov y el asesor Yuri Ushakov. El cambio refleja el peso y la complejidad de las negociaciones.
Ucrania, ausente de la cita, observa con suspicacia. El presidente Volodímir Zelenskiy ha reiterado que cualquier acuerdo debe ser “una paz justa”, es decir, sin concesiones territoriales a Rusia, y que las negociaciones trilaterales con participación directa de su gobierno son indispensables. Europa, a su vez, teme que Trump repita el error de Helsinki 2018, cuando se le acusó de mostrarse demasiado complaciente con Putin.
Hipótesis sobre los posibles resultados
¿Qué puede esperarse de esta cumbre? Varias hipótesis están sobre la mesa:
- Un alto al fuego inmediato. El escenario más optimista sería la declaración de un cese de hostilidades sin condiciones, que abra la puerta a un diálogo más amplio con Ucrania y Europa.
- Un acuerdo ambiguo. Trump podría buscar una salida simbólica, un documento de buenas intenciones que le permita mostrar un triunfo político sin resolver de fondo el conflicto.
- Sanciones reforzadas. Si Putin no cede, Trump ha advertido de “consecuencias severas”, lo que podría traducirse en un endurecimiento de sanciones contra Rusia.
- Congelamiento del conflicto. Una alternativa temida en Europa: formalizar un alto al fuego que, en la práctica, consolide la presencia rusa en territorios ocupados.
- Triunfo simbólico para Putin. Tan solo sentarse de nuevo a negociar directamente con Washington ya significa para el Kremlin una victoria diplomática y un paso para romper su aislamiento internacional.
- Diálogo trilateral. El mejor desenlace sería que de Alaska surja el compromiso de una mesa tripartita entre Trump, Putin y Zelenskiy, lo que daría a Ucrania un lugar en la negociación y mayor legitimidad al proceso.
Un momento decisivo
La cumbre en Alaska no garantiza la paz, pero sí marca un momento decisivo. Trump busca capitalizar un logro que proyecte su liderazgo global; Putin aspira a fortalecer su posición geopolítica. Ucrania y Europa, entretanto, observan con reservas y temores fundados.
El desenlace más favorable sería un cese del fuego sin concesiones a Rusia y la apertura de un proceso trilateral que incluya a Ucrania como actor indispensable. Sin embargo, no se descarta que el resultado termine siendo más un gesto político que un paso real hacia la paz.