El uso de la autoridad moral de la ciencia para interpretar políticamente hechos públicos
La reciente declaración que el periódico El Universal atribuye al doctor Alejandro Macías, en el sentido de que “el gobierno debe mandar señales de que ha escuchado” y su llamado a no descalificar las protestas juveniles, genera una pregunta legítima: ¿cómo entender esas declaraciones de un científico con los hechos ampliamente documentados de la marcha de la llamada Generación Z?
Porque al margen de simpatías políticas, todos fuimos testigos, en transmisiones en vivo y videos viralizados, de que un grupo identificado como bloque negro —conocido por su actuación violenta en otras movilizaciones— derribó las vallas que resguardan Palacio Nacional utilizando herramientas, y posteriormente agredió físicamente a elementos de seguridad, quienes respondieron para contener aquella agresión puntual, sin dispersar ni atacar a manifestantes pacíficos.
Esto no es una interpretación. Son hechos observables.
1. ¿Qué extraña entonces de las declaraciones de Macías?
Llama la atención que una figura académica, cuya voz goza de prestigio social por el rigor y la prudencia con que suele expresarse, con un cerebro entrenado para no permitir que sus preferencias ideológicas distorsionen los hechos observables, emita un juicio público que parece ignorar la secuencia completa de los acontecimientos o diluir la distinción fundamental entre manifestantes pacíficos y grupos violentos.
No se cuestiona su derecho a expresarse políticamente, definir sus posturas y convicciones. Ese es un derecho civil inapelable. Lo que sorprende es que alguien acostumbrado al método científico —que exige verificación, evidencia y contexto— formule una narrativa incompleta que, en términos prácticos, puede contribuir a una percepción distorsionada de lo sucedido.
2. No es el fondo del mensaje, sino la omisión
La afirmación “no hay que descalificar las protestas” es razonable: una democracia debe escuchar la voz de los jóvenes, a pesar de que fue evidente, y reconocido incluso por la oposición, que la marcha y concentración no tuvo presencia juvenil relevante.
El problema surge cuando este mensaje se enuncia sin aclarar la naturaleza mixta de la movilización y sin distinguir entre:
- jóvenes que protestaron legítimamente,
- grupos violentos que usaron las protestas como cobertura,
- Presencia significativa de otras generaciones al grado que no se pudo identificar a una en particular como mayoritaria,
- actores relevantes, con posibles motivaciones políticas ajenas a las causas juveniles.
Cuando estas distinciones no se hacen, el discurso se vuelve políticamente utilizable, y la figura científica —sin quererlo o queriéndolo— termina abonando a interpretaciones que no se corresponden con los hechos.
3. La responsabilidad pública de quien se presenta como experto
Un científico tiene la libertad de opinar, pero también la responsabilidad de que sus palabras no se desprendan del estándar mínimo de evidencia. En un contexto tan polarizado como el mexicano, una frase imprecisa puede convertirse en munición narrativa para uno u otro bando.
Por eso es válido preguntarse —y reportarlo periodísticamente— si la declaración de Macías:
- omitió deliberadamente datos relevantes,
- se basó en información incompleta,
- o simplemente cayó en la generalización que muchos comentaristas repiten sin ver los videos completos.
En cualquier caso, lo que preocupa no es la postura política, sino el uso del prestigio científico para enmarcar hechos complejos de manera parcial.
4. ¿Qué le corresponde a un medio que pretenda ser serio y equilibrado?
Precisamente esto: volver a los hechos, separar lo observado de lo interpretado, y exigir que las voces de autoridad —sean científicas, políticas o mediáticas— mantengan un estándar mínimo de rigor cuando comentan asuntos públicos.
No se trata de descalificar a Macías como ciudadano, sino de recordar que:
- el derecho a protestar es legítimo,
- la presencia del bloque negro fue real,
- hubo actos de violencia registrados,
- la autoridad actuó frente a esa violencia específica y no contra los manifestantes en general
- y la narrativa no puede borrar lo que todos vimos.












