En los últimos años, el gluten ha ganado notoriedad en el mundo de la salud y la alimentación. Para algunos, es el villano oculto detrás de diversos malestares; para otros, es simplemente una proteína más que no representa peligro alguno. Entonces, ¿el gluten es realmente malo? La respuesta depende, como muchas cosas en nutrición, de quién lo consume y en qué condiciones.
¿Qué es el gluten?
El gluten es una proteína presente en cereales como el trigo, la cebada y el centeno. Su función es dar elasticidad y esponjosidad a las masas, razón por la cual está muy presente en panes, pasteles, pastas y una gran variedad de productos horneados.
¿Cuándo es un problema?
Para las personas con enfermedad celíaca, una condición autoinmune, el gluten es claramente perjudicial. Incluso pequeñas cantidades pueden provocar una respuesta del sistema inmunológico que daña el intestino delgado, causando malnutrición, fatiga, diarrea, pérdida de peso y otros síntomas graves.
También hay quienes sufren de sensibilidad al gluten no celíaca, una condición menos comprendida, pero que puede generar molestias como hinchazón, dolor abdominal, niebla mental o cansancio, sin que exista daño intestinal.
Además, en algunos casos se detecta alergia al trigo, que también requiere la eliminación de productos con gluten.
¿Y para los demás?
En personas sanas, sin ninguna de estas condiciones, el gluten no es intrínsecamente malo. De hecho, los cereales integrales que lo contienen pueden ser fuente importante de fibra, vitaminas del grupo B y antioxidantes. El problema viene cuando se elimina el gluten sin necesidad: muchas dietas sin gluten reemplazan estos alimentos con productos ultraprocesados, bajos en nutrientes y altos en azúcares o grasas.
¿Por qué se puso de moda dejar el gluten?
El auge de las dietas “sin gluten” se debe en parte a celebridades, tendencias de bienestar y testimonios que asocian su eliminación con pérdida de peso, mayor energía o mejor digestión. Si bien algunas personas experimentan mejoras, es importante recordar que esto podría deberse a la eliminación de alimentos procesados, y no al gluten en sí.
¿Deberías dejarlo?
Si no presentas síntomas ni tienes diagnóstico médico relacionado con el gluten, no hay necesidad de eliminarlo. Sin embargo, si sospechas que te hace daño, lo mejor es consultar con un profesional de la salud antes de hacer cambios drásticos en tu alimentación. Autodiagnosticarse puede llevar a carencias nutricionales y diagnósticos erróneos.
Toma en cuenta:
El gluten no es ni héroe ni villano universal. Para algunos, evitarlo es cuestión de salud; para otros, eliminarlo sin razón puede hacer más daño que bien. Como siempre, la clave está en escuchar al cuerpo, informarse bien y buscar orientación médica antes de seguir cualquier tendencia alimentaria.