La verdad sobre la leche: mitos, beneficios y hasta cuándo conviene tomarla

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La leche ha acompañado a la humanidad durante milenios. Para algunos es símbolo de nutrición y fortaleza; para otros, un alimento innecesario o incluso dañino. ¿Qué hay de cierto en todo lo que se dice?

Los mitos más comunes

En torno a la leche circulan creencias muy arraigadas:

  • “Todos debemos tomar leche toda la vida”: Falso. No es indispensable en la adultez si la dieta es equilibrada.
  • “La leche produce flemas”: Tampoco es cierto. La sensación densa en la garganta es por su textura, no por producción extra de mucosidad.
  • “La leche debilita los huesos”: Error. Aporta calcio y proteínas que ayudan a fortalecerlos.
  • “La mayoría no la tolera”: La intolerancia a la lactosa es frecuente en adultos, pero no universal. Cada organismo responde distinto.

Beneficios reales para el cuerpo

La leche contiene proteínas de alta calidad, calcio, fósforo y, cuando está adicionada, vitamina D. Sus aportes varían según la etapa de la vida:

  • Infancia y adolescencia: es clave en el desarrollo de huesos y dientes.
  • Edad adulta: puede seguir siendo una fuente práctica de proteínas y calcio, aunque no es insustituible.
  • Tercera edad: puede ayudar a prevenir pérdida de masa ósea si se consume con moderación y sin molestias digestivas.

¿Hasta qué edad conviene tomarla?

  • Menores de 1 año: no se recomienda la leche de vaca; lo mejor es la leche materna o fórmulas infantiles.
  • Niños y adolescentes: muy recomendable por el crecimiento.
  • Adultos y mayores: no existe una edad límite. Si se tolera, puede seguir en la dieta.

¿Cuándo deja de ser necesaria?

La leche deja de ser imprescindible cuando la persona obtiene calcio, proteínas y vitaminas de otras fuentes:

  • Verduras de hoja verde (espinaca, kale, acelga).
  • Legumbres como frijoles y lentejas.
  • Frutos secos y semillas.
  • Pescados y huevos.

En quienes son intolerantes a la lactosa, las alternativas como leche deslactosada o bebidas vegetales fortificadas cumplen la misma función.

La leche no es ni una panacea ni un veneno. Es un alimento nutritivo, especialmente en los primeros años de vida, pero no resulta indispensable en la edad adulta. Lo más importante es mantener una dieta variada y escuchar al propio cuerpo: si la toleras y te gusta, disfrútala; si no, existen múltiples caminos para estar bien nutrido.

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